Guerra en Europa
Jesús A. Núñez Villaverde

Jesús A. Núñez Villaverde

Codirector del Instituto de Estudios sobre Conflictos y Acción Humanitaria (IECAH).

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Ucrania ante sus límites

Desde el exterior son cada vez más nítidos los mensajes que demandan a Kiev un cambio de actitud. Mensajes que implican pasar de una estrategia ofensiva a otra defensiva

Zelenski anuncia que el Ejército se propone movilizar a 500.000 militares más

Las tres crisis que acorralan a Volodímir Zelenski a las puertas del segundo invierno en guerra

El presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski, durante un acto en el Día de las Fuerzas Armadas.

El presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski, durante un acto en el Día de las Fuerzas Armadas. / PRESIDENCIA DE UCRANIA / AFP PHOTO

Por supuesto, Moscú también los tiene. Pero los límites de Kiev para sostener su esfuerzo ante la invasión son mucho más evidentes, casi dos años después. Mientras que Rusia incluso termina el año con un crecimiento económico en torno al 3% -lo que demuestra que las sanciones y el esfuerzo bélico no merman su peso-, Ucrania se desespera como consecuencia de sus propias debilidades estructurales -fundamentalmente demográficas y económicas- y del temor a ser abandonada por los mismos que le han permitido llegar hasta aquí.

Ahora mismo, el campo militar ofrece una imagen engañosa. Aparentemente parecería que hay cambios relevantes, tanto si se contempla desde la perspectiva rusa -con la supuesta 'liberación' de la localidad de Márinka (Donetsk) y el intenso bombardeo artillero de varias ciudades ucranianas el pasado día 29-, como desde la ucraniana -con el derribo de cinco aviones rusos en una semana y la destrucción de un buque de desembarco anfibio. Pero nada de eso cambia la impresión general de estancamiento.

Rusia no tiene ahora mismo, ya en pleno invierno y a pesar de estar asumiendo unas altísimas pérdidas en personal y en material, medios suficientes sobre el terreno para pasar a la ofensiva. Su esfuerzo principal se vuelca en conservar el terreno anexionado, impidiendo la ruptura de las tres líneas defensivas que ha reforzado durante los últimos meses. Por su parte, las tropas ucranianas, aunque han sido capaces de rentabilizar muy pronto el material que le suministran sus aliados occidentales, han llegado prácticamente al límite de la contraofensiva iniciada el pasado junio. Y más allá de avances puntuales, apenas han logrado traspasar la primera de las líneas defensivas rusas, lo que significa que no han conseguido romper el corredor terrestre que permite a Moscú mantener el control de Crimea. Y tampoco los ataques contra Crimea y los buques que se mueven en el mar de Azov y en el Negro han conseguido impedir que Moscú domine la zona.

Llegados a ese punto, y dando por hecho que hasta la primavera no habrá operaciones a gran escala, los problemas para Kiev aumentan por doquier. Internamente, en contraste con un Putin que tiene asegurada la renovación de su mandato presidencial, arrecian las críticas contra el propio Zelenski, tanto por su creciente perfil autoritario como por sus deficiencias en la lucha contra la corrupción. Por otra parte, mientras que Rusia sigue gozando de una manifiesta superioridad demográfica que le permite realizar nuevas movilizaciones forzosas si lo ve necesario, Ucrania está agotando ya su margen de maniobra, aún con medidas tan impopulares como rebajar la edad de movilización de los 27 a los 25 años. Y, aun así, sabe que en ningún caso podrá resistir el ritmo de pérdidas que está imponiendo un Putin al que, como mal menor, le beneficia la prolongación del conflicto.

También desde el exterior son cada vez más nítidos los mensajes que demandan a Kiev un cambio de actitud. Mensajes (camino de convertirse en unas exigencias que Kiev no puede desatender, sin peligro de quedarse aún más debilitado) que implican pasar de una estrategia ofensiva a otra defensiva. En síntesis, se busca que Zelenski dedique el grueso de la ayuda militar que reciba a defender el territorio que actualmente controla, sin aspirar a más, y la ayuda económica a reconstruir dicho territorio y a prepararlo para una futura entrada en la Unión Europea. Y el resto ya solo sería negociar un acuerdo de reparto con Putin. ¿Resuelve eso el conflicto?

Suscríbete para seguir leyendo