Comisión europea

La cofradía del 'vil·lingüismo'

La diversidad lingüística se percibe y vive como un problema para el castellano, la lengua hegemónica y oficial del estado

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Banderas de la Unión Europea en la sede de la Eurocámara en Bruselas.

Banderas de la Unión Europea en la sede de la Eurocámara en Bruselas. / Reuters

Sergi Sol

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Estudiando Derecho en la Universidad de Barcelona viví el fenómeno del 'vil·lingüismo' con toda su crudeza viendo como alumnos afiliados a un sindicato derechista instrumentalizaban a los Erasmus contra el catalán.

Usaban una especie de comité de bienvenida. Y lo primero que les decían es que en el primer día de clase -si esta era en catalán- se levantaran y pidieran al profesor que usara el castellano alegando el desconocimiento del catalán.

Y algunos así lo hacían y no eran pocos los profesores que sucumbían a la demanda. No todos, claro. Recuerdo a uno que viendo la maldad de la jugada reprendió al 'erasmus' y le invitó a abandonar la clase para buscar otra donde se impartiera la asignatura en castellano que, por otra parte, eran mayoría. Pero esa actitud era excepcional. También viví como algún profesor mandaba al alumno que se expresara en castellano y no en catalán por si había alguien que tal vez no lo entendía. Claro está que si el alumno mantenía el catalán no solo era un maleducado. Además, tentaba la suerte ante el profesor que luego le iba a examinar.

Pasa un poco lo mismo con esta comisión mandatada por la derecha europea (presionada por la española) para levantar un acta que cuestione la enseñanza en las escuelas catalanas. Vienen con una intención clara y les va a dar igual lo que vean o escuchen. Vienen a lo que vienen mientras la derecha española se frota las manos. La misma derecha que en Baleares no tiene otro objetivo que torpedear el catalán como lengua vehicular. Es una impostura en toda regla a cuenta de invocar la libertad y no se sabe cuántos derechos. Lo cierto, sin lugar a dudas, es que aquello que se persigue es arrinconar el catalán, que según el relato al uso amenaza al castellano.

Pablo Casado fue el autor de algunas de las peores barbaridades que se han dicho sobre la escuela catalana cuando soltó aquello de que si los alumnos no hablaban en catalán se les obligaba a ir con una mochila cargada de piedras. O se les privaba de ir al servicio por lo que se meaban encima.

Mis hijos van a una escuela que tiene el catalán como lengua vehicular y hablan perfectamente el castellano. Incluso con un mejor léxico que en catalán. Salen de la escuela hablando catalán y castellano. E inglés, aunque en ese punto hay margen de mejora. Porque de eso se trata ¿no? Que hablen bien las tres lenguas.

La Constitución española considera esa polifonía lingüística una riqueza. Y ordena que se proteja y se respete. Pero ocurre exactamente lo contrario. Los tribunales cuestionan y se saltan las leyes educativas e interpretan y aplican la Constitución contrariamente al espíritu con que se redactó. La diversidad lingüística se percibe y vive como un problema para el castellano, la lengua hegemónica y oficial del estado. De un estado que ha perseguido hasta la saciedad al catalán. Pero que se lo toma a risa cuando proclama que "el castellano nunca fue lengua de imposición si no de encuentro".

Esa derecha -y a menudo parte de la izquierda- entiende la nación-estado como un todo uniforme. Y ante esa concepción, el catalán molesta, tanto que se llega al punto de perderle no solo el prescrito respeto constitucional sino de considerarlo una amenaza, un problema que hay que erradicar en nombre de la libertad. Claro que los paladines de la libertad hoy son los herederos de un estado jacobino que ha convertido el catalán en algo ajeno a lo español. 

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