Crisis hídrica
Ernest Folch

Ernest Folch

Editor y periodista

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

No es el agua, somos nosotros

La solución al problema del agua de Barcelona no puede ser exprimir una vez más al territorio sino replantearnos en serio nuestro sistema de vida

Los colegios de ingenieros proponen construir una tubería para trasladar agua del Ebro a Barcelona

Traer agua potable en barco a Barcelona duplicará su precio

Vista de las tuberías del minitrasvase del Ebro a Tarragona.

Vista de las tuberías del minitrasvase del Ebro a Tarragona. / (archivo) EFE / JAUME SELLART

Ante la falta de agua, ocurrencias. Diversos colegios de ingenieros y economistas han lanzado una nueva propuesta que en realidad es muy vieja: construir una inmensa tubería para enviar agua del Ebro a Barcelona. Más que de una obra, se trata de un burdo eufemismo para designar el puro y duro trasvase de toda la vida, por mucho que lo minimicen diciendo que no se añadiría más caudal de agua al máximo ya permitido y hoy no utilizado. El argumento base de la propuesta es que, en previsión de la cada vez más asfixiante falta de agua, las necesidades hídricas de Barcelona solo pueden garantizarse desde el Ebro. Uno de los principales problemas de la propuesta es que nos pongamos a hablar de tuberías antes que afrontar el verdadero tema de fondo, que no es otro que el cambio climático, el elefante en la sala que preferimos hacer ver que no está. La escasez de agua nos está enviando sin prisa pero sin pausa hacia dilemas muy parecidos a los que ya tuvimos que afrontar con el reto del covid. Lo que es indudable es que si no hay agua suficiente, es una tomadura de pelo que Barcelona se plantee ir a buscar el agua al denostado y olvidado Ebro, el territorio del que solo nos acordamos cuando nos falta agua. La solución que proponen algunos es exprimir todavía más los recursos del humillado sur, que queremos que nos cultive las frutas que comemos, eso sí, cada vez más baratas y con menos agua.

En lugar de hablar de anticuados trasvases, ¿por qué no paramos un momento y reflexionamos sobre nuestros hábitos inviables, que obligan a un consumo de agua insostenible? Porque el agua que los ingenieros suspiran para que llegue desde el Ebro, ¿es imprescindible para vivir o solamente para hacer funcionar algunos sectores? ¿Queremos más agua para beber o para garantizar la actividad de hoteles, piscinas, campos de golf y todo el sector turístico? Incluso ya hay quien habla de traer a Barcelona agua en barco desde Balears, pero antes de mover el agua de manera aberrante, hay posibles medidas, que no son fáciles ni agradables, pero que pueden plantearse mucho antes: reducir drásticamente la presión, cortar el agua durante unas horas, prohibir llenar piscinas y regar campos de golf o recintos deportivos y, por supuesto, un plan extenso de reparación de todas las tuberías que pierden agua sistemáticamente, entre muchas otras medidas. Hay algo grosero, prepotente y profundamente irrespetuoso en esta idea de la gran Barcelona que quiere ir a buscar agua al explotado y depauperado territorio antes de hacer ella ningún sacrificio. Señores ingenieros y economistas: gracias por la propuesta, pero la solución no son sus tuberías sino la revisión de nuestras costumbres. La extemporánea idea sirve también para ilustrar qué mundo nos espera si algún día dejamos el Gobierno en manos de técnicos o tecnócratas, una de estas utopías recurrentes con las que sueñan algunos demagogos. Lo que es necesario no son ingenieros que trasvasen agua sino políticos que nos convenzan de que tenemos que vivir de otro modo. ¿O es que todavía no hemos entendido el aviso que recibimos con la pandemia?

Suscríbete para seguir leyendo