La oficialidad del catalán

Traducir por 132 millones, un regalo

Cuanto más dinero cuesta algo, más dinero hay a repartir entre quienes lo promueven, y además es dinero público, o sea, de todos, o sea, de nadie. ¿Cabe negocio más sencillo?

Bélgica se compromete a debatir la oficialidad del catalán en su presidencia de la UE

Bruselas cifra en 132 millones de euros el coste de la oficialidad del catalán, el gallego y el euskera

Sede del Parlamento Europeo

Sede del Parlamento Europeo / Agencias

Albert Soler

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En Europa no se enteran de nada. Rechazan que el catalán, el vasco y el gallego sean oficiales, porque es demasiado caro. Pues claro que es caro, de eso se trata. Esos europeos ignoran que lo bueno del asunto es precisamente que sea caro, así hay más dinero a repartir en comisiones y así van a ganar más dinero los que se hagan con el contrato, que van a ser amigos o correligionarios (o deberían serlo, a poco bien que se hicieran las cosas), en el improbable caso de que se pueda ser una cosa sin ser la otra. Las cosas en Catalunya funcionan así desde siempre, parece mentira que en la vieja Europa, que se creen tan listos, no hayan entendido nada. Cuanto más dinero cuesta algo, más dinero hay a repartir entre quienes lo promueven, y además es dinero público, o sea, de todos, o sea, de nadie. ¿Cabe negocio más sencillo? Con esa extraña austeridad que no sé por qué se emperran en practicar, los europeos no van a salir nunca de pobres. Si nos dejaran a nosotros, doblaríamos el presupuesto para traducciones -132 millones anuales son una bagatela- y lo adjudicaríamos a quien se nos antojara, como siempre. Si hace falta fraccionar el contrato para que pase más disimulado y sin necesidad de concurso público, se lo encargamos a Laura Borràs, toda una experta en el tema, que ahora tiene tiempo libre. Seguro que en toda Europa no hay otra como ella, por lo menos en libertad.

Si en lugar de apelar a sentimientos nacionales que en pleno siglo XXI suenan a trasnochados, Sánchez y el Vivales hubieran explicado claramente a los diputados europeos que el servicio de traductores e intérpretes puede ser un gran negocio para todos, ya estaríamos celebrando su aprobación. Y más si tenemos en cuenta que el asunto podría ampliarse a corto plazo a otras lenguas regionales de Europa, lo que supondría mucho más gasto y, por tanto, más posibilidades de pillar cacho. Observen los europeos cómo en España no hemos dudado a la hora de llevar servicio de traducciones al Congreso, a pesar de que allí todos pueden hablar la lengua común. ¿Creen acaso que ha sido por romanticismo? ¿Por una idea sentimental de España? ¿Por joder? Nada de eso, simplemente porque ahí hay posibilidades de hacer caja, si aquí hacemos dinero con las mascarillas para pasear por la calle en una pandemia, cómo no vamos a hacerlo con cuantas inutilidades se nos vayan ocurriendo. ¿O se creen que Oriol Pujol se metió en el asunto de las estaciones de ITV porque de repente se interesó por la seguridad viaria? Dinero, amigos europeos, dinero.

Hay que insistir. Una cosa es que los europeos no quieran ni hablar de la posibilidad de una republiqueta, y la otra que sean tan burros que rechacen dinero. En Catalunya, donde hemos sido capaces de inventar un 'procés' para que unos cuantos vivan bien -y a fe que con gran éxito-, no se comprende que los europeos se muestren reacios a gastar 132 millones de los que podrían sacar tajada sin despeinarse. El problema de los europeos es su falta de generosidad. Como los eurodiputados ya cobran un sueldo más que generoso, no les importan los empresarios, amigos, familiares y gente del partido que podrían beneficiarse del servicio de traducción. Deberían tomar ejemplo de Catalunya, donde siempre hay un sueldo, una concesión o un cargo a disposición de los amigos.

'Diners', 'money', 'argent', 'dinheiro', 'geld', 'soldi', así de fácil se traduce sin necesidad de intérpretes lo que significa el servicio de traducciones.

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