Tras el último informe PISA
Invertir en educación
Lejos de considerar esencial la educación, desde hace más de una década, Catalunya vive una crisis en la calidad educativa a raíz de una inversión insuficiente y mantenida
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Archivo - Imagen de archivo del aula de un centro escolar / Eduardo Sanz - Europa Press - Archivo
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Sílvia Cóppulo
Periodista y psicóloga.
Licenciada en Psicología y Doctora en Comunicación. Profesora de Comunicación en la Universitat de Barcelona
Los economistas ganadores del Premio Nobel Theodore W. Schultz y Gary Becker impusieron el argumento de la educación como inversión, que explica el crecimiento de los países e influye en el aumento de los salarios, por aquello del capital humano. Pero, lejos de considerar esencial la educación, desde hace más de una década, Catalunya vive una crisis en la calidad educativa a raíz de una inversión insuficiente y mantenida. El informe PISA que se acaba de conocer, concluye que, en comprensión lectora, matemáticas y ciencias, nuestros alumnos de 15 y 16 años han obtenido unos resultados muy malos, colocándose en los últimos lugares de toda España y por debajo de la media de la OCDE.
Acerquemos el foco. Tenemos un 15% de alumnado proveniente de la migración. Los hechos nos demuestran que, en todos los países, los estudiantes de origen inmigrante obtienen puntuaciones peores, por su situación socioeconómica. Globalmente, llegamos hasta un 28% del alumnado con necesidades específicas. Así, pues, hay que disponer de más docentes para luchar contra la segregación escolar. Por otra parte, vemos que uno de cada tres adolescentes admite distraerse en clase con los dispositivos móviles, que mayoritariamente no son utilizados como herramientas tecnológicas para el aprendizaje. Continuemos: desciende la implicación de muchos padres en la educación de sus hijos, las exigencias en el proceso educativo se relajan y, en conjunto, al esfuerzo y a la excelencia cada vez se le da socialmente menos valor. Como si no nos importara, ajenos a las consecuencias.
Asegura ahora la consellera de Educación Anna Simó que ya se han tomado medidas, pero que los resultados llegarán lentamente.
Desde el Parlament hasta los sindicatos, en las aulas y los hogares, entre especialistas, docentes, padres, madres y alumnado, necesitamos arrimar el hombro más allá de críticas destructoras y ayudar a estos jóvenes. La realidad es tozuda y se impone. Son precisamente aquellos países que combinan excelencia y equidad los que obtienen buenos resultados. Si continuamos igual, vamos a la ruina.
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