Investidura
Jordi Mercader

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Periodista.

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Sánchez pacta, el PSC tiembla

Nadie parece estar en condiciones de aventurar cómo acabará este giro de guion provocado por la debilidad electoral del PSOE. Sin embargo, en lo pactado no se descubre ningún indicio que vaya a influir en la resolución del conflicto político en Catalunya

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Reunión entre el secretario de Organización del PSOE, Santos Cerdán y el expresidente de la Generalitat de Cataluña, Carles Puigdemont.

Reunión entre el secretario de Organización del PSOE, Santos Cerdán y el expresidente de la Generalitat de Cataluña, Carles Puigdemont.

La legítima ambición de Pedro Sánchez de seguir en La Moncloa ha generado una coyuntura impensable hace unos meses. ERC y Junts van a aceptar la amnistía que aprobará “el oprobioso Estado español” (sic) y el PSOE no tendrá inconveniente en olvidar la asonada contra la Constitución y el Estatut protagonizada por aquellos que “quieren dividir España” (sic), para así asegurarse la gobernación con sus votos. Sensacional. La ecuación no está cerrada. Junts pretende exprimir al máximo el anhelo del PSOE de gobernar y descubrir hasta dónde está dispuesto a ceder.

Nadie parece estar en condiciones de aventurar cómo acabará este giro de guion provocado por la debilidad electoral del PSOE. Sin embargo, en lo pactado no se descubre ningún indicio que vaya a influir seriamente en la resolución del conflicto político en Catalunya. Como mucho, es un compendio de medidas paliativas del destrozo causado por el 'procés' y algún avance en política autonómica largamente esperado. No es poco, pero manifiestamente insuficiente para proclamar que supone un avance serio en la resolución del problema de fondo.

Haga lo que haga Junts, se confirmará una sólida tradición: cuando el PSOE tiene problemas, el PSC tiembla. Con razón. González apostó por Jordi Pujol, incluso en campaña electoral; Zapatero conspiró con CDC contra el presidente socialista de la Generalitat; y Sánchez no ha dudado en desacreditar el discurso que le valió al PSC tener muchos más diputados que ERC y Junts juntos.

El mensaje de Illa fue cristalino: la amnistía no es constitucional ni conviene porque la prioridad es reconciliar a los catalanes con acuerdos entre los partidos catalanes. La experiencia permite pensar que el PSC saldrá de esta, aunque esta perspectiva no indulta el error del PSOE de haber permitido que sus socios minoritarios impusieran la marginación del primer partido de Catalunya en la interlocución. De entrada, no parece un aval creíble para empujar la convivencia; además, regalar el relato no es profesional.

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