Pactos de investidura
Sergi Sol

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Periodista

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París bien vale una misa

Con todo lo dicho en seis años de 'confrontació intel·ligent', ahora resulta que dialogar y llegar a acuerdos ya no es propio de traidores sino de estadistas

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Carles Puigdemont se reúne en Bruselas con el número tres del PSOE, Santos Cerdán

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Pese a que el Parlament de Waterloo votó por el bloqueo, todo se encamina a un acuerdo de investidura que va a permitir a Pedro Sánchez seguir al frente del Gobierno. Lo del bloqueo era una treta de lo más pueril y la jerga insurrecta solo la verbalización de un verdadero ataque de cuernos.

Ni pagos por adelantado, ni referéndum. Ni nada que se antoje de rompe y rasga. La lírica del 'no surrender' toca a su fin. Con todo lo dicho en seis años de 'confrontació intel·ligent', ahora resulta que dialogar y llegar a acuerdos ya no es propio de traidores sino de estadistas. Tan pronto los focos han vuelto a iluminar el ostracismo de Waterloo, el tótem ha vuelto a sonreír, recuperando la usurpada (por Junqueras y cía.) realpolitik. Esa de la que tanto abominaban Waterloo y su entorno, señalando con dedo inquisidor, adjuntando los peores improperios. Que se lo digan a Carme Forcadell, ¡con el estrepitoso abucheo que le montaron en el baño de masas que el Legítimo se dio a cuenta del quinto aniversario del 1 de Octubre! Ni que fuera Gollum con el anillo, de tanto apego a patrimonializar una gesta colectiva. Nunca nadie hizo tanto por emborronar un hito histórico.

Visto lo visto, habrá que admitir que lo del Govern 'legítim' del Consell per la República era el timo de la estampita. Mejor aún, un timo piramidal. Quisieron montarse una (su) catedral en Bruselas, queriendo ignorar que era infinitamente más efectivo levantar una pared en una modesta ermita en Catalunya. No leyeron jamás a Raimon Galí y Joan Sales, y si lo hicieron, fue justo para predicar lo contrario con una zafiedad desvergonzada.

Acuerdo histórico anunció el susodicho en una misa ante los feligreses. ¡Cuánto arrojo! Aquí lo único 'histórico' es la tomadura de pelo y la recogida de cable. Si solo era vanidad, falta de protagonismo o cariño, haberlo dicho antes, que para este trolero viaje no hacían falta tantas alforjas rellenas de tanto orgullo.

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