Soluciones para el conflicto Catalunya-España

Claridad para 'dummies'

El informe entregado al presidente de la Generalitat no busca avalar ninguna opción o decisión política respecto de la manera de gestionar el conflicto catalán

Dos miembros del Consell Acadèmic per a l'Acord de Claretat, Astrid Barrio y Pau Bossacoma, nos explican las claves tras el informe recibido esta semana por el president Aragonès. Puede leer también aquí el artículo de Pau Bossacoma

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Miembros del consejo académico sobre el acuerdo de claridad entregan su informe al president Pere Aragonès

Miembros del consejo académico sobre el acuerdo de claridad entregan su informe al president Pere Aragonès / Ferran Nadeu

Astrid Barrio

Astrid Barrio

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Esta semana el Consell Acadèmic per a l'Acord de Claredat, del cual formo parte, ha entregado al presidente de la Generalitat el informe que recoge las respuestas a las preguntas que le fueron formuladas. Su acogida, como ya sucediera cuando se anunció la iniciativa, ha sido entre fría y abiertamente hostil por parte de sectores ideológicos y mediáticos muy alejados entre sí.

La opinión de todos ellos, más allá de las descalificaciones o críticas personalizadas que algunos han vertido, sea dicho de paso algunas muy creativas, responden a dos males que no se excluyen entre sí: o han entendido mal la naturaleza del encargo o deliberada e interesadamente lo han tergiversado.

Lo primero podría ser culpa de todos los implicados en la iniciativa y por ello, asumiendo el 'mea culpa', escribo este artículo aunque resulte bastante frustrante esto de tener que aclarar la ‘claridad’. Y reconozco que no albergo muchas esperanzas de que sirva para corregir las opiniones de los manipuladores pero aun así, alguien como yo, convencida de las bondades de la dialéctica, no puede dejar de intentarlo.

Así pues, en esta suerte de manual de instrucciones para abordar el informe del Consejo Académico para el Acuerdo de Claridad hay que empezar recordando lo que no es ni pretende ser para que nadie se llame a engaño:

1. No busca avalar ninguna opción o decisión política respecto de la manera de gestionar el conflicto catalán. Más bien es todo lo contrario ya que se propone revelar la existencia de múltiples opciones disponibles, todas ellas igualmente legítimas. En él se pueden encontrar aspectos que a la vez gusten y disgusten a opciones políticas diversas y que sirvan para justificar sus puntos de vista, aunque ese no sea el objetivo del encargo.

2. No pretende ser una hoja de ruta, es decir, no busca establecer un camino infalible con etapas predefinidas para la resolución del conflicto sino que entiende que los caminos disponibles son muy diversos y que pueden variar en función de los objetivos perseguidos, de las circunstancias y de los actores implicados.

3. No es ni una jugada maestra ni un ejercicio de audacia. Nadie encontrará en él una ni salida imaginativa hasta ahora no haya sido contemplada ni un resquicio legal del que, sorprendentemente, hasta ahora nadie se hubiese percatado.

4. No es un dictamen jurídico y prueba de ello es que el presidente ha solicitado al Institut d’Estudis de l’Autogovern un informe jurídico que avale la su apuesta per la vía escocesa, apuesta que en ningún caso emana de una recomendación del Consejo.

5. Y por último, y desmintiendo muchos titulares, el informe no propone cinco tipos de referéndums.

Porque en realidad el informe no propone nada más que un método en la gestión del conflicto basado en la búsqueda del consenso y en el respeto unos principios -la democracia, el imperio de la ley y el constitucionalismo, el federalismo y los derechos de las minorías- a partir de la experiencia comparada.

Es simplemente el resultado de una investigación 'sui generis' acotada por unas preguntas que no han sido plenamente definidas por el investigador aunque sea posible deducir que tras ellas subyace una pregunta teórica muy relevante: ¿cómo gestionan las democracias liberales los conflictos territoriales y las demandas de secesión? A partir de ahí se responde a cada una de ellas de la forma más sistemática y ordenada posible tratando de evitar juicios de valor, tomas de posición y lenguaje de parte.

En primer lugar definimos los principios que deberían guiar un acuerdo de claridad y cuál debería ser su contenido, a saber, un mecanismo para determinar las preferencias respecto al estatus territorial de Catalunya y un mecanismo para gestionar esas preferencias. En segundo término analizamos los modelos de acomodación territorial en el seno estatal y de acomodación de la secesión prestando especial atención al uso del referéndum. En tercer lugar, distinguimos distintos tipos de actores que pueden participar en la elaboración de un acuerdo de claridad. Y por último analizamos la función de los referéndums, sus pros y contras, la problemática del 'demos', sistematizamos los distintos tipos existentes y recordamos cuáles son los requisitos exigibles para que un referéndum tenga validez.

Todo ello con el propósito de deshacer equívocos y de aportar claridad, lo que no implica ni sencillez ni simplificación, al proceso de resolución de un conflicto territorial en una democracia liberal con la esperanza de que pueda resultar útil a quien esté dispuesto a ello.  

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