Relaciones pesonales
Agnès Marquès

Agnès Marquès

Periodista

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Historia de un reproche público

Ahora todo es rápido, nada dura demasiado. Y como las cosas no duran, las descuidamos, nada importa aunque importe

Qué es el 'cloaking': la práctica que da más miedo aún que el 'ghosting' 

Ghosting, orbiting… ¿cómo han transformado las redes sociales las relaciones de pareja?

Ghosting, orbiting… ¿cómo han transformado las redes sociales las relaciones de pareja? / Pexels

Esto de trabajar en la tele tiene sus cosas malas y a menudo las vivimos en silencio. Una de ellas, desayunar cada día esperando las audiencias del día anterior. Puedes hacer ver que no te afecta, pero si salen mal se te atraviesa la tostada. Pero el otro día me pasó algo peor. Un escritor y articulista al que aprecio y con el que he colaborado escribió un artículo en el cual me reprochaba, con una elegancia digna de la admiración que le profeso, que no le expliqué jamás el motivo del fin de su colaboración en el programa que dirijo y presento. Y que dejé su último mensaje colgado en esa dimensión donde cuelgan millones de mensajes, preguntas, propuestas que nadie contesta. Sin darme cuenta le había hecho un 'ghosting' de manual. Tengo argumentos para explicar lo que fue un despiste, no llegar a leer nunca el mensaje en medio de unas semanas infernales, pero yo también me he quedado algunas veces con el silencio por respuesta así que evité entrar en la autojustificación.

Al leer el artículo, bueno, pues lo primero fue la sorpresa, después la incredulidad y un poco de ¿de qué va?, después algo más de tiene razón, muchas ganas de tomar unas cañas, hablarlo y reírnos después, qué reproche tan bien hecho. Sin embargo, bajo una crítica pública y ante la mirada de la profesión me dejé arrastrar por los contaminantes habituales: me hinché de orgullo y ofensa, y así fue como pasé un dia de mierda. Porque el orgullo es como estar sentado en un taburete incómodo, no puedo dejar de pensar en el dolor de espalda y las ganas que tengo de levantarme y salir de allí. Al final del día compartí la situación con un amigo que tenemos en común, curtido en críticas públicas, inteligente y empático, y salté del taburete. La conclusión es que Sabina habría hecho una buena canción sobre este desencuentro que no es más que la vida, donde las personas nos queremos y nos dolemos en medio de la confusión general, y a veces sin darnos cuenta. Ahora todo es rápido, nada dura demasiado. Y como las cosas no duran, las descuidamos, nada importa aunque importe. Qué error permitir que el apego no pegue.

Todos están bien, Carlos. ¿Tomamos unas cañas? Nos sobran los motivos.