Viajes
Jordi Puntí

Jordi Puntí

Escritor. Autor de 'Confeti' y 'Todo Messi. Ejercicios de estilo'.

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Cuando los turistas se han ido

Solo cuando los visitantes se han marchado las tiendas, terrazas y calles retoman un aire de normalidad barcelonesa

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Turistas en la Rambla este agosto.

Turistas en la Rambla este agosto. / Jordi Cotrina

Estos días leo con interés 'Fora de focus', de Celia Cernadas (Ara Llibres). La autora repasa los viajes que ha realizado durante casi 25 años de periodista en Catalunya Ràdio, como enviada especial a conflictos bélicos, crisis humanitarias, elecciones... De fondo, siempre los movimientos migratorios que desde hace décadas definen la geopolítica mundial y las nuevas formas del esclavismo laboral. Con el subtítulo 'La vida en las periferias del mundo', Cernadas revive estancias en Siria, Cuba, Bolivia, Irak, Senegal, México o Noruega, entre otros. Sus reportes evitan el sensacionalismo vanidoso de quien es testigo de hechos excepcionales, y en cambio se centran en la lucha diaria de los que no se doblan en la adversidad. De fondo, la presencia de unas vidas resilientes, que luego la autora ya no verá nunca más, y la pregunta: ¿qué habrá sido de ellos? Este es, supongo, el peaje más caro del periodista.

La escala humana de su mirada también permite escenas más pausadas. En Egipto, poco después de la caída de Hosni Mubarak, Cernadas aprovecha unas horas en El Cairo para visitar las pirámides de Guiza. Cuando llega, no hay casi nadie, pocos comerciantes y ningún visitante, y escribe: “Habría sido un lujo pasear por las pirámides sin la multitud habitual. Pero no, la sensación era angustiosa. Ese vacío parecía sinónimo de catástrofe”.

Son escenarios lejanos, pero la imagen me hizo pensar en estos días, cuando los turistas se van marchando de Barcelona. Tras la locura del verano, ahora les toca a los grupos de estudiantes y jubilados. Solo noviembre y la segunda quincena de enero nos darán una tregua. Algunos comerciantes se me quejarán que siempre pueden venir más, pero lo cierto es que, solo cuando los turistas se van, las tiendas, terrazas y calles retoman un aire de normalidad barcelonesa. La sensación entonces no es que sea de angustia, aún no, pero cada vez hay más vecinos que no han resistido la presión y han abandonado. Me pregunto si llegará ese día en que todo quedará sin un alma, frío como un decorado cuando termina el rodaje de una película.