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Sémper y las dos almas del PP

Alberto Núñez Feijoo conversa en el Congreso con Borja Sémper, Cuca Gamarra, Elías Bendodo y Esteban González Pons.

Alberto Núñez Feijoo conversa en el Congreso con Borja Sémper, Cuca Gamarra, Elías Bendodo y Esteban González Pons. / EFE

Albert Sáez

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El portavoz del PP en el Congreso, Borja Sémper, utilizó el euskera en el pleno para oponerse al nuevo reglamento que permitirá usarlo con normalidad en la Cámara junto al catalán y al gallegoUn gesto de mucha mayor inteligencia política que el que tuvo 24 horas antes cuando consideró que usar las lenguas cooficiales era "hacer el canelo". Sémper hizo lo propio de un partido liberal conservador de la UE: cuestionar los cambios hasta que son irreversibles siempre que respeten la libertad como principio fundamental. Un gesto y una posición en las antípodas de la pataleta de Vox lanzando displicentemente sus auriculares en el escaño del ausente Pedro Sánchez como si lenguas españolas centenarias fueran un invento suyo.

Horas después, algunos diputados de la bancada popular reprobaron a Sémper por su comportamiento. Todo indica que en la Puerta del Sol (sede de la Comunidad de Madrid) este tipo de aproximaciones no gustan. Para ellos, en las regiones basta con rendir pleitesía a los nobles locales siempre que se conformen con no poner en cuestión que el poder es una exclusiva de Madrid. Cada día es más evidente que en el PP hay dos almas: Madrid y el resto. Y, fuera de la capital, la ofensiva de Ayuso, Aznar y Aguirre contra la estrategia de Feijóo se considera un error y una deslealtad. No solo con el actual líder, sino con el partido. El PP de Madrid lleva enredando desde aquel congreso de Valencia en el que Rajoy se impuso a Aguirre. Desde entonces, los dirigentes de la capital no han acumulado suficiente fuerza para ganar la hegemonía interna, pero se han convertido en una piedra en el zapato de Rajoy, de Casado y ahora de Feijóo. A diferencia de los partidos liberal conservadores europeos, Ayuso y los suyos se oponen a todo cambio social que implique poner en jaque los intereses de la capital, se han convertido en nacionalistas madrileños, cosa que les da mayoría absoluta pero que deja a su partido muy diezmado para alcanzar la Moncloa, sin otro aliado posible que el folclorismo de Vox. "Madrid nos mata" empiezan a gritar en voz baja desde la periferia popular. Ahora, han herido a Feijóo que, a diferencia de Casado, no había tenido la osadía de arrebatarles el control del partido en la capital, pero todo indica que, si acaban matándolo, ese PP que consideran periférico impondrá a Moreno Bonilla. Y, si no, al tiempo.  

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