APUNTE

Disfrutar la Champions

El adiós de Rubiales es insuficiente

De la Fuente y Vilda, aplausos de los cómplices

Joao Felix festeja con Lewandowski el 2-0 del Barça al Betis, marcado por el delantero polaco.

Joao Felix festeja con Lewandowski el 2-0 del Barça al Betis, marcado por el delantero polaco. / Jordi Cotrina

Sònia Gelmà

Sònia Gelmà

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Y de pronto, la Champions ha cogido otro color. El Barça no tiene por delante un debut demasiado exigente, pero el partido ante el Betis ha abierto un nuevo horizonte de expectativas para esta temporada. Si hasta ahora, la gran esperanza a la que aferrarse era el talento de un niño de 16 años, lo que vimos este sábado nos hace presagiar algo más firme. 

Solo fueron 90 minutos, pero ese es el encanto del fútbol, que de la misma manera que una derrota arrasa con cualquier brote verde mimado durante semanas, una victoria es capaz de generar ilusión con la fuerza de un tsunami. Un partido es suficiente para que los mismos jugadores nos parezcan ahora mejores que hace cuatro días. Si lo son o no, lo dirá Europa, la pesadilla de los últimos años. 

Volver a generar respeto

Ese himno de la Champions, que en otros tiempos acompañaba buenos recuerdos, se le ha atragantado al Barça hasta el punto de probar con otros menos solemnes como el de la Europa League, con resultado similar. El reto azulgrana es volver a generar respeto entre los rivales. Más allá de ser brillantes ofensivamente, la competición pondrá a prueba de nuevo esa defensa que en la liga parece más férrea que cuando traspasa los Pirineos. 

El partido ante el Betis debe ser referencial. No por su ejercicio defensivo, que aun deja algunas dudas, ni por la contundencia ofensiva, puesto que los estados de forma variarán, sino por algo que casi habíamos olvidado, la diversión. Hay que hacer mucha memoria para recordar partidos en estos últimos años en que el juego haya fluido de manera tan natural.

Se entienden los esfuerzos de Xavi por rebajar la euforia, queda mucho camino aún por delante y seguro que más de un tropiezo, pero la afición puede permitirse la ilusión de creer que por fin han vuelto.

Que en su día valoráramos que el equipo, consciente de sus limitaciones, supiera sufrir en el campo, no implica que no haya ilusión ahora ante la posibilidad de que también sean capaces de divertirse, y divertir. Falta ver si también pueden mantener la sonrisa en Europa.

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