APUNTE
El adiós de Rubiales es insuficiente
De la Fuente y Vilda, aplausos de los cómplices
Sònia Gelmà
Periodista
Una chispa. A veces simplemente hace falta eso. Un chasquido, un golpe, un beso, que lo cambie todo. Y cuando eso pasa, cuando esa ira adormecida durante décadas despierta, ya no hay vuelta atrás. Se acabó, pero no solo para Rubiales y Vilda, debe ser el fin de ese sistema federativo, repleto de vicios del pasado, que ha perpetuado durante años un trato desigual hacia ellas.
Luis Rubiales se creyó el rey del mundo cuando sus niñas, sus chavalas, ganaron el mundial. Debemos agradecérselo, de no ser por él, ahora seguiríamos igual. Con el Mundial bajo el brazo, parecían haber ganado el relato, habían enderezado a esas "niñatas".
De nada habían servido las renuncias de las que no fueron, las quejas de las que finalmente cedieron. Porque no supieron comunicarlo —decíamos—, o quizás porque la sociedad no entendía qué querían decir cuando se limitaban a pedir un trato profesional, unos recursos de acuerdo al estatus que merecían. No es tan grave, pensaban. Y de pronto, un simple gesto fue suficiente para que todos entendiéramos lo que tanto les costaba explicar con palabras.
En caída libre
Desde ese 20 de agosto, Rubiales no ha parado de equivocarse. Y mientras iba en caída libre, tuvo —sobre todo al principio— ramas que este sistema patriarcal, comprensivo por costumbre, le iba ofreciendo. No las aprovechó, más bien las desafió, y el grito de ellas, pero también de la opinión pública, entonces sí, fue casi unánime. Y le dijeron que se acabó. Se lo dijeron ellas. Se lo dijo la FIFA. Se lo dijo el Gobierno. Y aún así, eligió la manera de irse más chapucera.
Su adiós significa bien poco, su figura ya estaba finiquitada. Pero que haya llegado tan tarde es una oportunidad. Sus fieles, sus amigos, sus colaboradores necesitaban que se fuera. Un gran sacrificio que ofrecer al Gobierno. Un cadáver que permitiera que todo siguiera igual. Pero su resistencia puede haber acabado con todos. Su dimisión, si realmente queremos una regeneración, no puede ser suficiente. No les sirve a ellas, y no debería servirnos al resto.
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