Apunte

¿Una Telefónica árabe?

Arabia Saudí provoca otro terremoto en el sector de las telecos en España

Arabia garantiza que no participará en la gestión de Telefónica y aplaza la decisión de entrar en el consejo

Telefónica pacta con los sindicatos una subida de los salarios del 7,8% para 2023

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Jordi Alberich

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La irrupción de STC Group en el capital de Telefónica ha causado un notable y comprensible revuelo, tanto por lo sorpresivo de la operación como, especialmente, por tratarse de capital controlado directamente por el Estado saudí. Nuevamente, ha emergido aquella corriente de inquietud que suscita la entrada de un fondo extranjero en una compañía del Ibex, dado el temor a que conlleve pérdida de soberanía y capacidad de decisión. Una preocupación también alimentada por el mal recuerdo de algunas de estas operaciones en el pasado. Unas consideraciones.

Telefónica seguirá con su normal funcionamiento en el futuro inmediato; sus empleados y usuarios no sufrirán ninguna consecuencia adversa, de la misma manera que tampoco se pondrá en peligro la seguridad nacional, pese al carácter estratégico de la compañía. A su vez, no deberíamos dejarnos llevar por un especial temor dado lo deleznable del régimen saudí; los mayores destrozos que recuerdo en grandes compañías han venido por la entrada de inversores occidentales. Y, finalmente, pese a lo señalado, la entrada del nuevo accionista no constituye una buena noticia, pues va cargada de la incertidumbre que genera ese dinero global que se mueve alegremente, aprovechando un marco normativo que responde a sus intereses más propios.

Todo ello nos alcanza el mismo día que fondos buitre, precisamente europeos y estadounidenses, se hacen con el control accionarial de la siderúrgica Celsa. Es un buen momento para entender que la libertad de los mercados globales solo resulta sostenible si va acompañada de aquella buena regulación que atiende al interés general. Mientras ese momento no llegue, y aún falta mucho, los gobiernos nacionales deberán seguir desarrollando políticas industriales que, lejos del proteccionismo tradicional, sepan preservar la integridad de sus grandes compañías, de sus sedes y su capacidad de decisión. Con Telefónica, nuestro Gobierno tiene una excelente oportunidad para demostrar sus habilidades. Veremos.

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