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"Sin manual de instrucciones"

Los bancos centrales, que salvaron la economía durante la pandemia, admiten que están confusos mientras España se instala en un Gobierno en funciones

Lagarde advierte de que la lucha contra la inflación "aún no está ganada"

Christine Lagarde, presidenta del BCE; Kazuo Ueda, del Banco de Japón, y Jerome Powell, de la Reserva Federal, en la reunión de Jackson Hole el 25 de agosto de 2023.

Christine Lagarde, presidenta del BCE; Kazuo Ueda, del Banco de Japón, y Jerome Powell, de la Reserva Federal, en la reunión de Jackson Hole el 25 de agosto de 2023. / David Paul Morris / Bloomberg

Joan Tapia

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Durante muchos años los banqueros centrales han tenido la fama de ogros ortodoxos. Un presidente de la Fed (el banco central americano) lo caricaturizó diciendo que eran los antipáticos que tenían por misión retirar las copas cuando la fiesta se empezaba a animar. Pero tras la gran crisis de 2008 todo cambió. Para evitar el derrumbe y luego la paralización por la pandemia de 2019 los bancos centrales decidieron bajar los tipos de interés e inundar de dinero a los estados y los consumidores. Y no hace mucho algunos países -España por corto tiempo- disfrutaron de intereses negativos. Les pagaban por endeudarse.

No hay que minusvalorar nada, pero la política de Sánchez contra la crisis habría sido imposible sin las inyecciones de Mario Draghi y de Christine Lagarde desde el BCE. Y pese a ello la inflación no resurgió. Simplificando mucho, por la gravedad de la crisis y por la globalización. Pero tanto fue el cántaro a la fuente que al final la inflación reapareció y alcanzó tasas alarmantes del 10% anual en Europa y en Estados Unidos, muy lejos del 2%, el objetivo de los bancos centrales. La Fed y el BCE fueron subiendo sus tipos de interés, del cero (o menos) al 4% o 5%, y la inflación empezó a caer. Al 5% en la UE, a poco más del 3% en América y al 2,6% ahora en España. Pero la subyacente -la que marca tendencia- está todavía en el entorno del 6%. En España también.

Subida de tipos

Ahora los bancos centrales están preocupados. La inflación sigue todavía lejos del 2% (la subyacente más) y temen que si no suben algo más los tipos -y desde luego no los bajan del 4% o 5% durante un periodo- los precios se vuelvan a desbocar por su transmisión a los salarios. Tanto más cuando el paro en Estados Unidos y en la UE está en mínimos del 3% y el 6% (España en el 12%, pero somos únicos y llegamos al 27%). Por eso tanto Powell, el presidente de la Fed, como Lagarde han dicho en su tradicional cita anual de finales de agosto en Jackson Hole (Wyoming, Estados Unidos) que no dudarían en seguir subiendo los tipos si la inflación no caía más. 

Pero algunos gobiernos, el italiano ha sido el más explícito, ya han dicho que los tipos son excesivos, pueden castigar demasiado a las familias -y dificultar la financiación de los estados- y generar tensiones sociales. Los bancos centrales lo han medio admitido en Jackson Hole. Dudan entre el riesgo de privilegiar la lucha contra la inflación y causar una recesión fuerte, o ser más tolerantes y que los precios se vuelvan a descontrolar. Además, vivimos otros tiempos por los 'shocks' como la pandemia o la guerra de Ucrania, el retroceso de la globalización y las inversiones necesarias contra el cambio climático.

Los gobiernos y los bancos centrales buscan un objetivo complicado. Un aterrizaje suave que logre bajar la inflación sin provocar la recesión y el aumento del paro

Los gobiernos y los bancos centrales sueñan con un 'aterrizaje suave', que la inflación baje sin perjudicar demasiado a la economía y al empleo (sin recesión o con una políticamente llevadera), pero tanto las 'palomas' (Hernández de Cos, gobernador del Banco de España) como los 'halcones' (Joachim Nagel, presidente del Bundesbank) están perplejos. Powell lo confesó en Jackson Hole: nos guiamos por las estrellas, pero sin verlas porque el cielo está nublado. También Lagarde: nos hemos quedado sin manual de instrucciones porque el actual está anticuado y ya no sirve

Conclusión: los bancos centrales admiten con humildad que no saben bien por dónde tirar mientras que los países -lo acaba de confirmar la OCDE- ven bajar su crecimiento. La economía puede volver a dar un susto y habría que afrontarlo. No sería fácil porque los bancos centrales no pueden volver a regalar dinero (la inflación se desmadraría). Por eso convienen gobiernos fuertes. En ningún país de la UE la gobernanza es fácil -ni en Italia, ni en Francia, ni en Alemania- pero sí tienen gobiernos con la plenitud de facultades. 

En España estamos instalados en un Gobierno en funciones (medio desarmado) y ni el PP ni el PSOE ni los distintos nacionalismos tienen la prioridad ponerle fin. Lo que quieren es que no manden los contrarios. Y si tienen que repetirse las elecciones podemos estar así desde el pasado mayo a la primavera de 2024. Suponiendo que en 2024 los resultados sean más claros. Por eso, la reunión entre Feijóo y Sánchez ha sido un 'paripé'. Muy decepcionante.   

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