Machismo y política
Ana Bernal-Triviño

Ana Bernal-Triviño

Profesora de la UOC y periodista.

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Pasos para politizar el caso Rubiales

Se politiza a la sociedad en dos frentes. Uno lo crea el presidente suspendido de la Federación, con el argumentario negacionista para defenderse. El segundo lo aplican partidos que se sirven del enfrentamiento

La FIFA suspende a Luis Rubiales y le impide cualquier contacto con Jenni Hermoso

Ayuso rompe su silencio sobre el escándalo de Rubiales con un mensaje polémico

Luis Rubiales, en la pasada Asamblea extraordinaria de la RFEF.

Luis Rubiales, en la pasada Asamblea extraordinaria de la RFEF. / Efe

Nueva fase del caso Rubiales. Sí, hay una politización, aunque el tema era ya político de entrada. El machismo es un asunto de Estado (de hecho, hay un Pacto). El problema es cuando se ejerce partidismo y se habla de intervencionismo en una causa social. Vamos por partes.

¿Quién politiza? Él, en su temerario discurso y con ese “consentimiento” clave. Y ahora, cuando el secretario de la Federación denuncia ante la UEFA el “intervencionismo del Gobierno”. Esto ya lo vimos antes con Villar y no prosperó. Es Rubiales quien hace partidismo cuando solo habla de una parte del Gobierno. No nombró a Sánchez, ni a Iceta, ni al CSD. Tampoco a la FIFA. Habrá quien diga: “Se defendía del Gobierno, que actuó antes”. Para eso la ley del deporte refleja que la Federación tiene competencias públicas delegadas. Sorprende que ahora otros, que criticaban el retraso del Gobierno en adoptar medidas, se sumen a la acusación intervencionista. El Gobierno esperaba su dimisión para no forzarla, pero él se puso en el precipicio. De hecho, ante la inhabilitación temporal de la FIFA, el Gobierno debe tomar otras medidas permanentes pues las jugadoras de la selección piden “cambios profundos”.

 ¿Cuándo? Cinco días después de la victoria del Mundial, tras una semana de presión sobre Hermoso y su familia sin éxito. Cuando su paternalismo ya no domina a las jugadoras. Cuando sabe que la FIFA tiene un expediente abierto contra él y aprovecha para vender, ante esta entidad y todo el mundo, que él es la “víctima” de un complot. ¿Que no puede ni defenderse? Lo hizo desde el primer día, usando la Federación: declaraciones manipuladas, comunicados a diestro y siniestro, y una rueda de prensa solo para él. 

¿Dónde? Politiza cuando desafía en la Federación, su territorio, su reinado. Rodeado, por entonces, de fieles. El escenario simbólico de su poder. Con sus declaraciones desautoriza las acciones puestas en marcha, en pausa a la espera de su dimisión. Además, aprovecha para dejar claro que él no es responsable de nada: reaccionó así en el palco tras la mirada de Vilda y reaccionó así ante Hermoso porque ella lo abrazó. Desde su púlpito deja claro que él es el jefe, que él tiene la autoridad, la verdad. Y que, acompañado de quienes lo aplauden, él no está solo. Que quien va a quedarse sola es Hermoso. 

¿Cómo? Se politiza a la sociedad con dos frentes. Uno, lo crea él mismo con el argumentario negacionista machista para defenderse: él es la víctima, él es el más feminista, su gestión defiende a las mujeres, asciende a una en el mismo acto, el falso feminismo es una lacra… Opta por el discurso negacionista para amplificar su mensaje y ahí ya se posiciona políticamente. Puede ser, si hay recorrido penal, que incluso tengamos la presencia de Stop Feminazis en los juzgados. El segundo frente lo politizan partidos que se sirven del enfrentamiento. Aunque Gamarra rechazó a Rubiales, luego el PP guardó silencio. Solo roto por un Feijoó que mencionó a los violadores liberados tras la ley del 'sí es sí', con un caso inexacto; y Ayuso, para comparar esto con el independentismo. Tertulianos conservadores incluso recuerdan a ETA. Supongo que tener de socio a un partido negacionista determina estas estrategias. Las jugadoras se encuentran, de pronto, viendo cómo se mezclan churras con merinas, envueltas en casos que las silencian, invisibilizan y que tapan sus peticiones de cambio. 

¿Por qué? Cae en el negacionismo y en la política para polarizar el debate público, para buscar apoyos ante la judicialización o, quizás, salidas laborales. Y aplica una estrategia de comportamiento machista: instrumentalizar a las mujeres, triangular con terceras tras las que ocultarse. Hacer de esto ya no una guerra de sexos, sino una guerra de mujeres contra mujeres. De mujeres “buenas” contra “malas”. A pesar de que la FIFA le prohibiera contactar con Hermoso, aparecen otras formas de presión. Y ahí entra la madre de Rubiales (que no el padre ni él mismo). Comienza la fase espectáculo.

Aquí todo está calculado. Aunque, quizás, algunas estrategias refrendan el perfil que no quiere asumir y eso se vuelva en su contra. A él y a los partidos que solo rompen el silencio para seguir en campaña ante una investidura más que complicada.

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