Discurso victimista

Lo de Rubiales no acaba aquí

El presidente de la RFEF habla de “piquito”, que la culpa es de Jenni, y la deja a los pies de los caballos, en una situación de indefensión, con el foco y la responsabilidad en ella para que no esté en él

La huida hacia adelante de Rubiales

Luis Rubiales

Luis Rubiales / PIERRE-PHILIPPE MARCOU / AFP

Ana Bernal-Triviño

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Cinco días en los que Rubiales ha ensombrecido un triunfo mundial. Y no le ha valido con ello, que tampoco ha dimitido. Y aun así, ha hecho una exposición que ha sido una clase de patriarcado, acusaciones a todas partes y un discurso incendiario. Un patrón que se puede resumir en 10 puntos. 

  1. El espontáneo. El machismo no es solo el imaginario de la agresividad, también está el la sutileza de bromear con ello, de ocupar el espacio, y de escudarse en que soy así, impulsivo, espontáneo, cariñoso, campechano y que me dejo llevar por las emociones. 
  2. Insultar al resto y negar lo obvio. Cometido el acto sexista, viene la luz de gas y la negación. Que no, que todo es fruto del momento, que habéis imaginado lo que no es, qué exagerados. Y de ahí vienen aquellas declaraciones de que éramos “idiotas”, “tontos del culo” y “pringaos”.
  3. Pedir ayuda a Jenni. Cuando baja de la nube y quienes le rodean le avisan de que la cosa pinta mal, toca salvarse. ¿Asumiendo su responsabilidad? No, mejor que me saque ella. Que lo mejor es invertir los papeles de víctima. Y entonces, presiona a Jenni para hacer un vídeo. Y le dice que lo haga “por sus hijas”. Y luego Vilda presiona a la familia, según Relevo. Y luego inventan unas declaraciones de ella, no para que ayuden a ella, sino para exponerla y solo para limpiar la imagen de él. 
  4. No pedir disculpas sino excusas. Cuando sabes que ella no te va a salvar, haces un vídeo victimista donde expones excusas, no disculpas, porque “no me queda otra”, porque aquí se veía como algo “natural, normal”. 
  5. Buscar apoyos y cómplices. Si ella no me salva, que me salven los demás. A buscar apoyos si piden mi cabeza. Y usas la prensa que te ríe tus gracias y a tus asociados. Y sale el comunicado de ella, pero te da igual. Y ya llega el toque de la FIFA, y sabes que está en peligro el Mundial 2030. Pero todo te resbala porque tú estás por encima. 
  6. No dimites. Y haces una exposición en la asamblea donde piensas que si vas a morir, mueres matando. Y no dimites aunque sabes que ahora el CSD vaya a por ti. Y usas los micrófonos para limpiar tu imagen y buscar el aplauso fácil y comprado de los tuyos.
  7. Te victimizas. Haces una clase de patriarcado donde el perdón es un maquillaje porque o no entiendes o no quieres entender, donde te sientes por encima de la ley y de todos. Donde te apropias de las mejoras en el fútbol femenino como si fuera tu lucha y anulas sus reivindicaciones y el precio que muchas pagaron por ello. La culpa es hasta del chachachá, menos tuya.
  8. Y dejas a Jenni vendida. Como ocurrió con el 'email' de las 15. Se repite lo mismo. La humillación pública. Obvia el comunicado de Jenni, habla de “piquito”, que la culpa es de ella, y la deja a los pies de los caballos, en una situación de indefensión, con el foco y la responsabilidad en ella para que no esté en él.  
  9. Atacar al feminismo y hacer un discurso negacionista. Y llega el clásico del machismo. Decir que te apoya mucha gente, usar a tus hijas en directo para decirles qué es la igualdad y hablas de un “falso feminismo” que la asamblea aplaude. Hablas incluso de “asesinato” sobre ti. Conviertes un asunto de derechos humanos en partidismo.
  10. Y terminas haciéndote el feminista. Hablas en público del ascenso de una mujer, porque eres más feminista que nadie y “aquí lo demuestro”. El culpable que pasa a víctima. Y el machista que pasa a ser feminista. Inversión de roles. Otro clásico.
Lo que viene será más duro. Viene a por Jenni y a por todas

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