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Astrid Barrio

Astrid Barrio

Profesora de Ciencia Política de la Universitat de València. Miembro del Comité Editorial de EL PERIÓDICO

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El deporte internacional vuelve a Barcelona

La ciudad vuelven a ser, gracias al deporte, un gran expositor como lo fue en los Juegos Olímpicos del 92

El reclutamiento de voluntarios para la Copa América de vela, viento en popa

Barcelona afronta la mayor afectación de movilidad de su historia con la Vuelta

Aficionados hacen cola para presenciar la final del Mundial femenino en la pantalla del Vall d'Hebron.

Aficionados hacen cola para presenciar la final del Mundial femenino en la pantalla del Vall d'Hebron. / Inés Sánchez

Mucho ha llovido desde que, en julio de 2010, en las calles de Barcelona y de otras ciudades catalanas se instalaron pantallas gigantes para seguir la final del Mundial de fútbol y se celebrase jubilosamente la histórica victoria de la selección española. Poco después dio inicio el proceso soberanista y con ello el alcalde convergente, Xavier Trias, decretó una suerte de veto al seguimiento colectivo de los acontecimientos deportivos que implicaban la presencia de banderas españolas, empezando por la prohibición de la instalación de una pantalla gigante con ocasión de la final de la Eurocopa, y su sucesora en el cargo, Ada Colau, mantuvo la misma posición respecto este tipo de eventos

El cambio de Gobierno municipal y el relajamiento de la situación política, junto con el hecho nada desdeñable de que se trataba de una final femenina y a eso, en estos momentos, es algo a lo que muy pocos se atreven a hacerle ascos, hizo posible esta vez sí, que el domingo pasado se autorizase la instalación de una pantalla gigante para el seguimiento de la final de la copa del mundo de fútbol en el CEM Olímpic Vall d'Hebron, de Barcelona. La Roja volvía a ser aclamada en Barcelona y no solo de manera furtiva, rompiendo el tabú que ya se había empezado a resquebrajar con el retorno de la selección en Catalunya en marzo de 2022, tras dieciocho años de ausencia.

Este acontecimiento tiene lugar en paralelo al hecho de que la Ciudad Condal vuelve a situarse como un espacio de acogida de grandes acontecimientos deportivos, después de unos años de sequía y de escasa colaboración, cuando no de abierta hostilidad, por parte de las administraciones. La Copa América, la candidatura para el mundial de atletismo o la propia Vuelta Ciclista a España, que tomará Barcelona este fin de semana, son muestra de ello. Barcelona vuelven a ser, gracias al deporte, un gran expositor como lo fue en los Juegos Olímpicos del 92. Y tras el fiasco de los Juegos de Invierno, la Ryder Cup podría tener ese mismo efecto en el resto de Catalunya, pero su celebración peligra y es necesaria la total implicación de la Generalitat.  

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