Limón & vinagre

Ahora lo llaman liberal

Espinosa de los Monteros renuncia a su escaño de Vox por "motivos familiares"

Espinosa de los Monteros renuncia a su escaño de Vox por "motivos familiares" / FERNANDO ALVARADO

Matías Vallés

Matías Vallés

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No mienta, usted también se emocionó al contemplar la dimisión a solas de Iván Espinosa de los Monteros, sin arropamiento de la ultraderecha moderada. El espinoso y montaraz 'portavox' casi arranca olés en la interpretación más impactante del verano antes de Eva Amaral. Una vez escenificada su renuncia, ahora lo llaman liberal. Y quién lo discutirá, comparado con el desaforado argentino Javier Milei.

Iván Etcétera pertenece a la estirpe de los hombres que siempre aciertan. Cuando se mete en política, es lo que toca. Y cuando desaira a sus votantes abandonando un escaño a estrenar, también es lo más apropiado. En cuanto a la condecoración heroica que ahora se le impone, solo caben tres méritos:

1) Ha participado a conciencia durante años en la gestación de una organización oscurantista, que ha degenerado hacia la extrema derecha de la extrema derecha.

2) Ha sido desalojado a patadas del engendro que cogobernaba con sus verdugos.

3) La familia es más importante que Vox pero, dado que la dimisión se produce una vez que los resultados del 23J descartan un ministerio de Asuntos Exteriores para el exiliado, los allegados eran menos relevantes que un puesto en el Gobierno de Feijóo.

En cualquiera de las hipótesis aventuradas, cuesta localizar dónde radica la emoción colectiva ante la espantada. Hay gente que escucha hoy a Iván Etcétera, olvidando que no se dirige a ellos porque omite el presente para encomendarse a un siglo indeterminado de «nuestra gloriosa historia», empañada si no emponzoñada por quienes orlan menos apellidos que el parlamentario dimitido antes de empezar. Como mínimo, su retirada impedirá que la justicia le embargue su sueldo de diputado, según le ocurrió en la anterior legislatura por mor de una deuda en la reforma de su domicilio

A Iván Etcétera se le quedan cortas las tres letras escuetas de Vox, necesita un margen más amplio para alojar su genealogía. La estrechez no justifica su sarcasmo en el adiós hacia Santiago Abascal, «a quien espero ver más pronto que tarde en la Moncloa». Aunque no lo especifica, su gesto denota que se refiere a la convocatoria de alguna plaza de jardinero en el palacio.

Ha llegado el momento de destapar el secreto de la vibrante ceremonia de renuncia de Iván Etcétera, que consiste en contemplarla una sola vez y no volverla a consultar bajo concepto. En la revisión subversiva de la grabación, aparecen los sospechosos costurones, se derrama descarnada la evidencia de que las circunstancias «familiares y personales» son las mismas que antes de perder el ministerio de la lechera. Liberal a la fuerza.

Un perfil avinagrado de Iván Espinosa de los Monteros se escribe con la santa resignación de que en ningún caso podrá competir con las vitriólicas diatribas que le dirigió Federico Jiménez Losantos tras haber entrevistado a su esposa, Rocío Monasterio, cuando el 'portavox' sugirió que había medios que atacaban a su formación por hallarse sumidos en tribulaciones económicas. Aquí no habrá expresiones del tipo de «tú tienes que nacer tres veces...», condición necesaria para desafiar al granítico locutor.

La frondosa capilaridad de Iván Etcétera lo convierte en el Robinson Crusoe de la ultraderecha moderada, y esta condición de náufrago apuntaba a pésimas perspectivas. Si Macarena Olona se despeña al perder con estrépito unas elecciones andaluzas en las que había sido amadrinada por Giorgia Meloni, las dudas sobre la magia del 'exportavox' surgen en el debate a siete previo al 23J. Hasta un patriota sin fisuras advirtió que Oskar Matute parecía demasiado adversario para el diputado que habla el inglés mejor que el castellano. Incluso Cuca Gamarra le arrebató la vara del extremismo.

Hay ganadores en la expulsión de Iván Etcétera. Al catalán Jorge Buxadé, la boca se le hacía colmillos al despedazarlo por anticipado. Los cristianísimos no solo se están despojando de las sospechosas adherencias ultraliberales, sino que están disfrutando con la purga. Sin embargo, el dimisionario intervino al menos en una presentación del libro de su archienemigo, con entusiasmo y un arranque de lágrimas al evocar a su padre Carlos Espinosa de los Monteros, embajador de la marca España en la Ídem de Rajoy. De ahí que Iván Etcétera rematara su despedida en solitario del Congreso con un restallador «Viva España». Embajador de la Marca Viva España sería un estupendo colofón para su carrera, cuando la derecha retome el poder. 

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