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Trump pone a prueba el sistema

La imputación de Trump por su intento de revertir el resultado electoral plantea un firme desafío a la democracia de EEUU

¿Puede Trump ir a las elecciones tras ser imputado y autoindultarse si gana?

Un seguidor de Donald Trump con una camiseta con el rostro del expresidente, durante el acto en el que el exgobernador de Nueva Jersey Chris Christie ha presentado su candidatura a las primarias.

Un seguidor de Donald Trump con una camiseta con el rostro del expresidente, durante el acto en el que el exgobernador de Nueva Jersey Chris Christie ha presentado su candidatura a las primarias. / JOSEPH PREZIOSO / AFP

Donald Trump afronta desde el martes la imputación de cuatro cargos por el intento de revertir el resultado de la elección presidencial de 2020, que ganó Joe Biden, y por explotar el asalto al Congreso el 6 de enero de 2021. En comparación con el caso de los pagos a la actriz porno Stormy Daniels y con la investigación abierta por los papeles hallados en la residencia del expresidente en Mar-a-Lago, la acusación sustentada por el fiscal Jack Smith entraña muchísimos más riesgos para el acusado.

El comportamiento de Trump volverá a poner a prueba la solidez del sistema en EEUU, la capacidad de una vieja democracia de defenderse de quienes quiere adulterar su funcionamiento. Esta es la cuestión esencial. Y lamentablemente, en defensa de ella no se podrá contar con el Partido Republicano, movilizado en apoyo de Trump y que se ha unido a los reproches dirigidos contra la jueza Tanya Chutkan, nombrada en 2014 por Barack Obama, a quien ha correspondido el caso. El desarrollo del proceso condicionará la campaña de las primarias, y si la sentencia no se demora se abrirán interrogantes sobre la capacidad de Trump de ser candidato y sobre si es saludable para la democracia que un condenado aspire al Despacho Oval. 

El insólito desafío de Trump a la normalidad democrática ha dejado al descubierto una maquinaria política destinada a violentar el veredicto de las urnas. La relación de abogados y asesores de todo orden que participaron en el intento de subvertir el resultado electoral permite hablar de «una estrategia y un sistema organizados», como lo ha definido un exasesor del Partido Demócrata. Una forma de entender la política que ha colonizado al Partido Republicano y ha silenciado a su minoría crítica, con excepciones notables como el exvicepresidente Mike Pence y algún otro aspirante a la nominación el año próximo, que creen que Trump debería renunciar a la carrera presidencial. 

Descartada esta posibilidad y a la vista de las encuestas más recientes, que reflejan un empate técnico en la intención de voto de Trump y Biden, la gran incógnita es saber hasta qué punto la imputación y el juicio serán un factor movilizador del voto republicano o, como sucedió en las elecciones de mitad de mandato de noviembre de 2022, alentará el voto demócrata. Se dijo entonces que Trump y sus candidatos radicalmente conservadores habían sido paradójicamente los grandes activadores del electorado demócrata; se recuerda ahora que ni en 2016 ni en 2020 venció Trump en voto popular.

El hecho es que la imputación del expresidente imposibilita hacer previsiones a medio plazo. En una situación tan inusual se impone una cierta sensación de provisionalidad a la espera de que el desarrollo del proceso se convierta en una mirada sin tapujos sobre los manejos de Trump y sus colaboradores, que se aferrarán contra viento y marea a una candidatura que les podría dar la insólita posibilidad de autoindultarse de una eventual condena que puede sumar hasta 55 años de cárcel. Más que la muy previsible actitud del expresidente en el próximo año y medio lo que es más inquietante es la posibilidad de que una mayoría de ciudadanos estén dispuestos a votar a favor de la impunidad de quien se ha comportado como una auténtica amenaza para la democracia.