La espiral de la libreta

La travesía de Waterloo al Congreso

El diálogo de cara a desplegar una 'pista de aterrizaje' para Puigdemont 

expresidente generalitat carles puigdemont mitin central junts a Amer

expresidente generalitat carles puigdemont mitin central junts a Amer / Europa Press

Olga Merino

Olga Merino

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Ni el mejor guionista de cine, ni una sobremesa con Berlanga, Rafael Azcona y Valle-Inclán, habría calzado en la estructura dramática semejante punto de giro tras las elecciones; esto es, que la clave de bóveda se sitúe en Waterloo. Con el tobillo cautivo del grillete de Vox, al PP no le salen los números, conque Pedro Sánchez podría recoser los retales del llamado 'Frankenstein', siempre y cuando Junts se abstuviera en la supuesta investidura. Más o menos. Quién iba a decirlo: Carles Puigdemont, prófugo de la justicia, convertido en el hombre bisagra de la gobernabilidad.

Pero aquí nada es gratis. Junts ha puesto sobre la mesa el referéndum de autodeterminación y la amnistía; de lo primero, ya pueden ir olvidándose, pues el líder socialista ha arriesgado demasiado, y ahora mismo, con el mundo patas arriba, parece que 'això no toca'. El quid de la negociación radicaría en lo segundo. Qué hacer con el ‘expresident’, en el éter límbico desde 2017 y procesado en rebeldía por los delitos de desobediencia y malversación agravada. El supuesto indulto requeriría una condena previa y un largo proceso de al menos tres años; aunque tal vez los expertos en laberintos encuentren algún resquicio para la hipotética amnistía. Tanto Sánchez como Puigdemont son jugadores rápidos, muy astutos e imprevisibles. En los últimos tiempos, el alfil se mueve como la torre y el peón como caballo sobre el tablero de ajedrez.

La paradoja

El melón catalán regresa al centro de la mesa con el soberanismo en horas bajas, justo cuando ha sacado en las urnas su peor resultado desde 1982, constituyéndose en la tercera fuerza política en Catalunya, por detrás del PSC y de Sumar. Tal vez la sacudida responda al peaje del voto útil para frenar a la derecha. O quizá se trate de un repliegue táctico. En cualquier caso, el pueblo soberano lo ha expresado bien claro: ni 155 ni un regreso a las calles de fuego y barricada. Como en el disco aquel de la banda Siniestro Total, ante todo mucha calma.

Regresamos, pues, al tema de los temas desde hace más un siglo: el encaje de catalanes y vascos en el rompecabezas hispano, una cuestión que irrumpe de golpe en la canícula con el espíritu 'anarcofallero' de Berlanga. Ni las bicicletas ni los pactos son para el verano; el guiso electoral debería reposar. Resolver el eterno sudoku con esta chicharrera es como zamparse un plato humeante de pochas con chorizo en Écija a 44 grados, con el sol cayendo a plomo sobre los cogotes.

Aunque, bien mirado, los guisos con legumbres son los que mejor han sabido tejer una red de complicidad peninsular: el cocido madrileño, la 'escudella i carn d’olla', la fabada asturiana, el potaje andaluz, el pote gallego o la olla podrida castellana.

Suscríbete para seguir leyendo