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BBVA y Sabadell, más allá de una fusión

La mayor concentración a que conduciría la operación debilitaría aún más a particulares y pymes ante la banca

¿Qué opciones tiene BBVA tras el 'no' del Sabadell a una fusión?

¿Qué opciones tiene BBVA tras el 'no' del Sabadell a una fusión?

Tras el rechazo del consejo de administración de Banco Sabadell a la oferta de BBVA, se hace difícil pronosticar en qué puede acabar este nuevo intento de fusión, tras la frustrada intentona del banco presidido por Carlos Torres en 2020. Pero, al margen de cómo acabe el asunto, lo más interesante es el intenso debate que se ha generado a lo largo de los pocos días transcurridos desde el anuncio de BBVA, que sitúa la cuestión mucho más allá del estricto campo financiero y de los intereses de unos u otros. Así, han emergido una serie de inquietudes acerca de los efectos de la fusión que convendría no aparcar. Especialmente si entendemos que la banca ofrece un servicio esencial e insustituible.

La mayor concentración a que conduciría la fusión debilitaría aún más a particulares y pymes ante la banca. La crisis financiera de 2007, y su gestión por parte de las autoridades, redujo de manera drástica el número de entidades, lo que alimenta esta relación desigual entre banco y cliente. Una de las manifestaciones de este desequilibrio es que mientras el tipo de interés de las operaciones de activo se ha disparado, la remuneración del pasivo se sitúa bajo mínimos. En este sentido, para las pymes que actualmente operan con BBVA y Sabadell, la integración podría fácilmente suponer una reducción de sus riesgos previos a la fusión. Un hecho relevante, dado que las empresas españolas continúan dependiendo en exceso del crédito bancario para su operativa financiera. 

A su vez, estos días se ha comentado la importancia de mantener la operativa del banco en Catalunya. Una preocupación muy justificada, pues tan solo es cuestión de recordar lo sucedido en previas operaciones de integración bancaria, protagonizadas en buena parte por BBVA, desde una doble perspectiva.

De una parte, la fusión conllevaría, antes o después, pérdida de capacidad de decisión en Catalunya, acelerándose la dinámica de salida de directivos hacia Madrid. Si analizamos la integración en BBVA de Banca Catalana y Catalunya Caixa -con todas las cajas de ahorro comarcales que había integrado previamente- resulta evidente que, pese a lo que se aseveraba, en Catalunya hoy no se decide nada relevante. De hecho, a pesar de lo importante que es el mercado catalán para BBVA, su presencia institucional no difiere de la que mantiene en cualquier otra comunidad autónoma.

A su vez, tras la absorción de Catalunya Caixa, también se aseguraba que BBVA mantendría toda la inversión y sensibilidad social de las antiguas cajas de ahorro en sus respectivos territorios tradicionales de implantación. La realidad ha sido otra.

Asimismo, ha emergido la inquietud en torno al inevitable ajuste de plantilla que conllevaría la operación de fusión. La resultante de dos entidades bancarias que están alcanzando resultados positivos históricos abordaría una nueva reducción de plantilla, tras las muchas llevadas a cabo en los últimos años. Mucho no se entiende.

Todo ello lleva a considerar que lo que acabe por suceder entre BBVA y Banco Sabadell va más allá de una mera operación financiera: afecta a la competencia, al equilibrio territorial y a la legitimación de un modelo capitalista que, demasiado a menudo, olvida que el dinero también tiene sus límites.