Ágora

La clase trabajadora queremos pan, rosas y libros

Esto es lo que CCOO exigimos a los partidos que concurren el 23J, y sobre todo, a quien salga elegido en las urnas

Manifestación para celebrar el Día Internacional del Trabajador convocada por UGT y CCOO este lunes en Madrid.

Manifestación para celebrar el Día Internacional del Trabajador convocada por UGT y CCOO este lunes en Madrid. / agencia

Javier Pacheco

Javier Pacheco

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Vivimos un momento de gran complejidad, que hace muy difícil entender la actualidad y mucho más, averiguar a dónde va el futuro. Y no solo en términos macro, con el desenlace de la guerra de Ucrania o la gravedad del impacto del cambio climático, o si la nueva guerra fría entre China y EEUU cambiará las reglas del capitalismo global, o si tendremos suministro energético para hacer funcionar las empresas y dar luz a nuestros hogares... Ya es suficientemente complejo entender lo más cercano. ¿Tendré trabajo o me lo quitará un robot? ¿Podré o no pagar una hipoteca o alquilar una casa? ¿Si puedo comprar un coche, tiene que ser eléctrico o no? ¿Y si no puedo, cómo voy al trabajo? ¿Mis niños tendrán plaza en una escuela pública? ¿Cuántos días tardaré para tener cita con el médico? ¿Si soy gay o lesbiana, me señalarán por la calle? ¿Si quiero abortar tengo que marchar a otra ciudad? ¿Podré escribir canciones, libros, teatro, cine sin miedo?

Hoy la sociedad se enfrenta a un escenario en el que el arte de construir cruces campa por la mercadotecnia política y por la política de la mercadotecnia. Se profundiza en las contradicciones, se radicaliza el mensaje y se juega a la confusión, cuando no a la mentira. Es un ejercicio extendido y que condiciona el imaginario colectivo, que polariza los intereses, y segmenta y desagrega las reivindicaciones. Se crean nichos de apoyo, sometidos a demandas corporativas, que fragmentan las reivindicaciones, y acaban funcionando como clubes de fans de partidos y entidades.

El sindicalismo de clase tiene un reto capital al interpretar esta realidad y traducir con sencillez la necesidad de reunir reivindicaciones, de luchar contra la segmentación y segregación social, y de dar certezas a la clase trabajadora. Sabemos que el trabajo puede garantizar condiciones dignas de vida a la mayoría, con salarios suficientes, pero también con cotizaciones sociales e impuestos que paguen pensiones y prestaciones sociales y garanticen educación, sanidad pública y de calidad y un sistema integral de atención a la dependencia. 

Por eso hemos participado mediante el diálogo social de la agenda legislativa más ambiciosa en articulación de derechos en la pasada legislatura, pero ahora hace falta un nuevo contrato social que garantice una vida digna por todo el mundo, también para aquellas personas que están hoy en riesgo de pobreza, una de cada cuatro en Catalunya.

La reforma laboral y la de las pensiones ayudan a configurar los pilares de esta cartera de derechos, pero hace falta más: mejorar las prestaciones sociales e impulsar una reforma fiscal que deje de ahorrarles impuestos a las empresas con más beneficios y a los rentistas especuladores, y dotar de recursos las políticas que garantizan los derechos de ciudadanía. Dar también acceso viable a la vivienda, desplegando la nueva ley por todas partes, y multiplicando la inversión en vivienda pública de oferta social, para que una persona no dedique más del 30% de sus ingresos a la vivienda.

Para una gran mayoría, un techo para vivir y la nevera llena son las necesidades básicas. El sistema les debe dar respuesta con un nuevo contrato social que les permita trabajar con dignidad, vivir con libertad y mirar el futuro con ilusión y esperanza, sabiendo que las personas no estamos solas, que estamos acompañadas y, sobre todo, organizadas. Esto es lo que CCOO exigimos a los partidos que concurren el 23J, y sobre todo, a quien salga elegido en las urnas. Porque el sindicalismo seguirá defendiendo un modelo de sociedad donde la clase trabajadora tenga igualdad de oportunidades, con derechos y con pan, rosas y libros.