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La precariedad encubierta de los fijos discontinuos

Yolanda Díaz.

Yolanda Díaz. / EP

Albert Sáez

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Que un partido político asegure que sus rivales mienten tiene un valor relativo. La falta de respeto a la verdad fue por barrios en el cara a cara del lunes. Lo que resulta más relevante es que un organismo internacional cuestione la euforia del Gobierno de uno de sus miembros. Acaba de pasar con la OCDE respecto al abuso de la modalidad de contratos fijos discontinuos que se ha disparado tras la reforma laboral pactada por el Gobierno de coalición, la patronal y los sindicatos. Varias voces alertaron de que las buenas cifras de la ocupación en España se sustentaban en parte de esta modalidad de contratación que ha sustituido, con buen criterio, a la concatenación de empleos temporales. Pero el Gobierno siempre ha puesto más enfásisis en su carácter fijo que en su realidad discontinua. Y ahora la OCDE le corrige, cosa que hasta ahora era un anatema para los alquimistas monclovitas que han tenido un mal perder del cara a cara.

España crece por encima de la media europea pero no va como un tiro. Crece porque ha tenido hasta ahora margen para hacerlo puesto que no había recuperado hasta el mes pasado el PIB anterior a la pandemia. Pero el buen comportamiento del empleo no es síntoma de robustez como quiere hacer creer el Gobierno, sino consecuencia del efecto estadístico que provocan los contratos fijos discontinuos (uno de cada tres que se firman) y del crecimiento exponencial del empleo público que este martes volvió a crecer en 40.000 nuevos contratos que ofreció el Estado. La reforma laboral ha sido un éxito, porque ha sido pactada por los agentes sociales. Y ya ni Feijóo se atreve a derogarla. Pero los males estructurales del empleo en España siguen ahí, porque la calidad del empleo no ha aumentado tanto como dicen, entre totras cosas porque no ha aumentado la productividad. Antes, durante y después del reinado de Yolanda Díaz en el ministerio de Trabajo, los fijos discontinuos son una forma de precariedad propia de un país turístico que basa su competitividad en la baja retribución de los salarios. Lo dice la OCDE. 

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