Esperando a un Busquets

Ya es verano en el FC Barcelona y aquí llegan las nuevas tendencias en la moda de los fichajes: altas y bajas, rumores no confirmados, agentes que ofrecen a sus estrellas, futbolistas que suspiran por volver. Las calculadoras echan humo en todos los clubes, pero solo en el Barça se vive esta época con tanta ansiedad. En el fútbol de ahora la paciencia tiene un límite corto, que son los resultados. El orgullo de un estilo de juego, que se aprende en la Masia desde las categorías inferiores, choca con la necesidad de fichar jugadores top -como se dice ahora-, y cada día el mercado saca nombres atractivos y a menudo impagables con la economía actual. Soñar es gratis. 

Entonces, por puro realismo, se vuelve a la escuela del Barça y se habla de los juveniles más prometedores, aunque luego se los envíe al purgatorio de una cesión y ya se verá. El aficionado que invierte ilusión en esos nombres a menudo se siente frustrado. Los elogios que recibe Lamine Yamal son parecidos a los que escuchaba Ansu Fati hace tres años, y hoy se le busca equipo al 10 del Barça. Hace falta un extremo izquierdo, pero Abde no es lo bastante top, aunque lo cedieron al Osasuna y ha hecho una gran campaña. Tampoco parece que Estanis Pedrola, extremo del Barça B, merezca que alguien se arriesgue con él. Es ese mismo riesgo (o clarividencia) que alumbró a Gavi, Balde, Araújo.

Apuesta diferente

Pienso en ello mientras esperamos al “nuevo Busquets”. Llevamos años diciendo que es único, irrepetible, pero ahora se le busca recambio. Ya hemos olvidado la sorpresa de cuando Guardiola se arriesgó haciéndole debutar en detrimento de Touré Yaya. Antes de él no existía ese perfil de jugador, no era exactamente un medio centro, y ahora parece que sin un clon el Barça no es nada. Puede que ese nuevo Busquets no exista y su sustituto tenga que ser una apuesta diferente, alguien con un estilo propio, no desde la imitación. Locuaz en sus últimos días, el propio Busquets recomendó a Nico como su sustituto, y algo sabrá él de lo que significa ser un Busquets, ¿no? Cuando un jugador mítico se va, debería tener derecho a escoger su sucesor.

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