Viaje al pasado
El mandato de Trias (2011-2015) fue un desastre: condena por corrupción contra el entonces primer teniente de alcalde, privatización de los párquines municipales más rentables, cero patatero en vivienda, la batalla campal de Can Vies...
Joaquim Coll
Historiador
Haciendo extensiva la frase de Churchill sobre los Balcanes, cuando dijo que no podían digerir la cantidad de historia que producían, esta semana aquí nos ha pasado un poco lo mismo. No habíamos acabado de digerir el resultado de las elecciones del domingo cuando Pedro Sánchez decidió anticipar las generales como respuesta al batacazo en las urnas. Es una desgracia que las locales y autonómicas se conviertan en una primera vuelta de las generales. Es injusto porque desvirtúa el rendimiento de cuentas en todas las administraciones, gobierne quien gobierne. Pero es inútil llorar por la lecha derramada, y estúpido olvidar la crueldad de la política. El relato antisachista galvanizó a las derechas, cuyos votantes tenían hambre de urnas. En cambio, los electores de izquierdas han acabado desnortados por el ruido creado para esconder el extraordinario músculo de la política social y económica del Gobierno, y desmovilizados por las constantes divisiones a la izquierda del PSOE.
Catalunya es una excepción en el mapa general español. Las medidas de gracia de Sánchez han anestesiado al separatismo, y el PSC ha sabido recoger sus frutos, en general con buenos alcaldes y candidatos. Paradójicamente, la excepción es Barcelona, la pieza más importante del mundo municipal, con el regreso ocho años después del convergente Xavier Trias a la alcaldía, si nada lo remedia. Es un sarcasmo. Los excesos del colauismo van a pagarse ahora con un viaje al pasado, del que nadie ha querido acordarse en campaña. El mandato de Trias (2011-2015) fue un desastre: condena por corrupción contra el entonces primer teniente de alcalde Antoni Vives, privatización de los párquines municipales más rentables para regalárselos a la empresa Saba, de su amigo Salvador Alemany, cero patatero en vivienda, permisividad con los okupas en Can Vies de Sants, que acabó en una tremenda batalla campal, y en Gràcia con el llamado 'Banco Okupado', etc. Y, por cierto, quien pagó el sueldo de Colau como activista de la PAH fue Trias con subvenciones municipales. Su regreso a la Casa Gran va a ser otro acontecimiento de difícil digestión.
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