Obituario

Mario Díaz, el ciudadano que no quería ser político

Su estilo de gestión en Badalona no decepcionó. Era un hombre de reflexión ágil y de acción rápida: antes de que acabara el debate sobre un tema se levantaba para hacer la gestión que convenía

Màrius Díaz (en el centro), tras ser investido alcalde de Badalona en 1979.

Màrius Díaz (en el centro), tras ser investido alcalde de Badalona en 1979. / MUSEU DE BADALONA

Emili Muñoz

Emili Muñoz

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Mario Díaz Bielsa (Barbastro 1933-2023) fue badalonés entre 1950, cuando emigró a casa de un familiar para estudiar Náutica en la Universitat de Barcelona, hasta 1998, cuando una vez jubilado volvió a Aragón, en Bielsa, en las montañas de su juventud. El hecho de haber sido el primer alcalde de Badalona desde el restablecimiento de la democracia, en el período 1979-1983, impregnó la política local de un estilo de proximidad que todavía se añora y su persona de una admiración pública con rasgos de mito.

Al acabar los cursos teóricos de Náutica optó por no embarcarse y orientó la profesión hacia la mecánica y permaneció en Badalona, creando su propio taller de montaje de motores náuticos. En 1963 se casó con Teresa Lleal, maestra promotora de la innovación pedagógica y de Rosa Sensat, hija de una buena familia de la burguesía catalanista local, con quien tuvo cuatro hijos. En 1970 lo fichó la empresa de motores de barcos Dámper Ibérica como director de producción. Entonces, ya colaboraba con la organización clandestina del PSUC y de CCOO, y participaba en entidades tapaderas de la lucha democrática, como Joventuts Musicals y fue uno de los fundadores de l'Associació de Veïns Centre de Badalona, motor de la lucha democrática. Fue también fundador, en 1970, de la librería Al Vent, el primer núcleo de difusión de cultura libre en Badalona. Los trabajadores de Dámper todavía recuerdan cómo se sentían discretamente apoyados por el director de producción en la larga huelga laboral que mantuvieron en 1976 y consiguieron un incremento salarial del 25%.

Cuando, a finales de 1978, la dirección local del PSUC le propuso encabezar la candidatura municipal comunista no se lo podía creer: "lo hablé mucho con Teresa, era mi guía, yo no me veía haciendo de político, no era lo que yo había hecho hasta entonces, pero ella y toda la familia me animaron a aceptar la propuesta", me reconoció Mario hace pocos meses. Argumentos no faltaban: Mario era una persona de origen inmigrante, integrado en una familia acomodada catalana, ejecutivo de empresa y activista cívico y cultural en Badalona, reconocido por las clases medias y de fácil entrada en los barrios de la ciudad. Su carácter facilitaba las cosas, al ser un hombre directo, con muchas metáforas sencillas para hacer entender conceptos complejos y rezumaba bondad y honestidad. Dejó el confortable y muy remunerado puesto de trabajo para convertirse en el alcalde comunista de Badalona.

Decisiones sin vacilar

Su estilo de gestión no decepcionó: inspección sorpresa en el matadero municipal para identificar múltiples anomalías sanitarias; gestiones incisivas en 'conselleries' y ministerios para conseguir recursos; se enfrentó a la policía enviada por el gobernador Jorge Fernández Díaz para cerrar TV Badalona; desbloqueó el retraso de la apertura del Hospital de Can Ruti, plenamente equipado, y llegaba el primero al despacho a las ocho de la mañana. Era un hombre de reflexión ágil y de acción rápida: antes de que acabara el debate sobre el tema se levantaba para hacer la gestión que convenía. Se dejaba aconsejar, escuchaba, pero tomaba decisiones sin vacilar. En las elecciones municipales de 1983, la candidatura de Mario Díaz aumentó los votos y el porcentaje de 1979, pero los 3.900 votos del candidato Antoni Barbarà, escindido del PSUC, lo hicieron quedar detrás del candidato socialista. Mario siguió encabezando el grupo municipal del PSUC y de ICV varias legislaturas más. Fue diputado provincial y diputado del Parlament de Catalunya. En estos ámbitos de acción política, Mario no se encontraba cómodo, la representación y el debate sin ejecución ni gestión de proyectos no eran su principal competencia, pero ejerció disciplinadamente hasta la jubilación. Había anunciado que se retiraría a las montañas del valle de Bielsa, donde se hizo una casa con sus propias manos. Allí ha vivido hasta los últimos meses de vida, lejos de la vida pública. En febrero de 2020 fue nombrado hijo adoptivo de Badalona.