Unión Europea

Presidencia europea y autonomía estratégica industrial

Con España al frente del Consejo de la UE, sería un buen momento para proponer la 'regla de oro verde': un mecanismo que excluya la inversión pública verde del cálculo del déficit

Pedro Sánchez Bruselas

Pedro Sánchez Bruselas / Olivier Hoslet / Efe

Carme Poveda

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El 1 de julio se iniciará la presidencia española de la Unión Europea que durará seis meses, un hecho que no sucedía desde 2010. Será una ocasión histórica para mostrar las oportunidades industriales que ofrece nuestro país, dentro de la nueva Estrategia Industrial europea que pretende reforzar la autonomía estratégica. Existen, como mínimo, dos grandes oportunidades.

En primer lugar, España puede convertirse en un actor clave en el desarrollo de las energías renovables y el hidrógeno verde en los próximos 10 años, lo que nos situaría en una posición estratégica en el nuevo mapa energético europeo. En 2021, el 47% de la producción de la energía eléctrica en España ya provino de fuentes renovables, por encima del 38% en la UE. España puede pasar de ser una isla energética e importadora neta de energía, a ser autosuficiente energéticamente e incluso exportadora a través del gaseoducto H2MED. El hidrógeno, además de tener un precio competitivo, ofrece la posibilidad de almacenamiento y transporte, superando así las limitaciones de las fuentes renovables.

El hidrógeno verde, generado a partir de fuentes renovables, permitiría la descarbonización de sectores industriales contaminantes como la siderurgia, metalurgia, cerámica, química o el transporte aéreo y marítimo, pudiendo llegar a convertirnos en exportador neto en este tipo de industria electrointensiva 'verde'. Las expectativas hoy son favorables. En el Perte del Hidrógeno, la demanda de proyectos de inversión casi ha triplicado los fondos disponibles.

Por otro lado, la UE ha aprobado la aplicación de aranceles a la importación de hierro, acero, cemento, aluminio, fertilizantes, electricidad o hidrógeno, procedentes de países que pagan menos por sus emisiones contaminantes. De esta manera, desaparece la desventaja competitiva que sufre Europa por tener una normativa ambiental más rígida y, a su vez, incentiva la transición energética en una industria fundamental para aumentar la autonomía estratégica europea, y en la que nuestro país presenta una clara oportunidad.

Competitividad

En segundo lugar, España tiene a su alcance convertirse en el segundo fabricante europeo de baterías y vehículos eléctricos (como hoy lo es de vehículos de combustión). Los fondos disponibles en el Perte del Vehículo Eléctrico para la fabricación de baterías eléctricas y electrificación de las plantas automovilísticas existentes puede marcar la diferencia respecto a otros países europeos. A los 397 millones de euros para la construcción de la planta de baterías de Seat en Sagunto asignados en 2022, se sumarán otros 837 millones de euros que ha aprobado recientemente la Comisión Europea y que se convocarán este verano, beneficiándose además de la nueva flexibilización de ayudas de estado y de una simplificación en su procedimiento. 

Sin embargo, la transformación sostenible de la economía requerirá una estrategia de financiación europea a largo plazo más allá de los fondos Next Generation. Por eso, la presidencia española sería un buen momento para proponer la 'regla de oro verde'. Es decir, un mecanismo que excluya la inversión pública verde del cálculo del déficit. Esta propuesta, que ya la planteó el instituto Bruegel en 2021, permitiría ampliar la capacidad inversora de Europa en sostenibilidad y, a su vez, no discriminar a aquellos países con menor margen fiscal.

Confianza y proximidad

Pero no olvidemos que la transformación medioambiental debe ir de la mano de una mejora de la competitividad en el conjunto de la industria. La resiliencia mostrada durante la crisis energética y de suministros apuntaría en esta dirección. En 2022 las exportaciones de bienes (en volumen) han superado en un 4% las de 2019 y, además, la industria manufacturera ha crecido un 3,8% mientras que en Alemania, Italia o Francia no ha llegado al 1%. Y los costes laborales en la industria española también muestran una mayor contención relativa, ya que han crecido un 2,6% el 2022, muy por debajo del 4,9% en la UE.

En la nueva era post-covid, las empresas apuestan por acortar las cadenas de valor y por priorizar aquellos países que ofrecen seguridad de suministro, confianza, acuerdos comerciales estables con terceros países y proximidad (lo que se denomina 'friendshoring'). Dentro del marco de confianza europeo, la economía española está bien posicionada para atraer inversiones porque ofrece ventajas competitivas adicionales en costes laborales, una situación geográfica estratégica con buenas infraestructuras de conectividad, capacidad para generar y atraer talento, centros de conocimiento y universidades de primer nivel, y una buena puerta de entrada al mercado sudamericano. Las oportunidades existen y el reto está lanzado. Nos queda saber si sabremos aprovecharlo.