La espiral de la libreta
La Ruïna de los alquileres al Kubo
Sobre el debate en la tele y la irrupción de los okupas en la campaña
Olga Merino
Periodista y escritora
Escritora y periodista. Master of Arts (Latin American Studies) por la University College of London (Beca La Caixa/British Council). Fue corresponsal de EL PERIÓDICO en Moscú en los años 90. Profesora en la Escola d'Escriptura de l'Ateneu Barcelonès. Su última novela: 'La forastera' (Alfaguara, 2020).
Al bajar del autobús me fijé de refilón en una pintada («ni hipsters ni guiris») y corrí, como corren los ‘boomers’, hacia mi casa: estaba a punto de empezar el primer careo televisado de los candidatos a la alcaldía de Barcelona. Llegué por los pelos. Me hice un bocata apresurado y me lo tragué enterito. El debate, me refiero, deslavazado por el ritmo, rápido en exceso,y la dispersión en los argumentarios, pues había que repartir los tiempos entre los seis candidatos en liza. Pero de alguna extraña manera, los peces pequeños del estanque —Anna Grau (Ciutadans), Daniel Sirera (PP) y Eva Parera (Valents)— consiguieron que el arranque del programa, durante una media hora larga, pivotara en torno a La Ruïna y El Kubo, los dos polémicos edificios okupados de la Bonanova.
Ya saben, tenemos batucada en la Bonanova, en el ‘upper Diagonal’, uno de los 15 barrios más caros de España. Pero, en este mismo instante, tecleas el nombre del distrito en Google y no surgen en la pantalla áticos espaciosos con vistas de ensueño, sino el blindaje de la plaza debido a la tensión creciente en torno a esas dos fincas okupadas, propiedad de la Sareb, el 'banco malo'. Policía a manta para evitar una batalla campal como la que se produjo en 2014 en Sants, en torno a Can Vies, con Trias (Junts) en la alcaldía. ¿La Ruïna y El Kubo son el principal problema en el tapete electoral de Barcelona? ¿De verdad?
La madre del cordero
Pongamos los puntos sobre las íes: no se puede jugar a deslegitimar el derecho a la propiedad privada y habría, por tanto, que tomar cartas en el asunto okupa de una vez por todas, aplicando mano dura contra los jetas y profesionales de la usurpación, agilizando los desalojos y tal vez estableciendo juzgados específicos en la materia. Bien. Pero el asunto no es la madre del cordero electoral, sino una polémica interesada.
Mientras, el Banco de España acaba de publicar un informe según el cual casi la mitad (48,9%) de las familias que viven en régimen de alquiler en España se encuentran, con los precios del mercado, en riesgo de pobreza o exclusión social. Y otro informe: casi el 40% de los inquilinos barceloneses tuvieron que mudarse en los últimos cinco años porque el propietario les subió el alquiler a un precio inasumible, no les renovó el contrato o bien por acoso inmobiliario, según datos del Instituto de Investigación Urbana de Barcelona (IDRA). El "desahucio silencioso", lo llaman. La vivienda social de alquiler no existe y de este asunto, en cambio, no se habla en la Barcelona ‘desbarcelonizada’.
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