Gárgolas

Suerte y estrategia

Nadie como Klaus Teuber, creador de 'Catan', ha explicado la esencia de este juego, la de todos los juegos, combinaciones virtuales que imitan la vida, pero no lo son. O quizás sí

dau catan

dau catan / ELISENDA PONS

Josep Maria Fonalleras

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No recuerdo cuándo compré mi primer 'Catan' y tampoco sé quién me lo aconsejó, muy probablemente los amigos de Zeppelin, mi tienda de referencia. Sí recuerdo las veces que he hablado con entusiasmo de 'Catan' con amigos como Quim Dorca, responsable de Devir, la empresa que lo comercializa. Fue justamente él quien me comunicó la muerte de Klaus Teuber, el creador del juego que revolucionó este mundo, no solo desde el punto de vista comercial (con millones de copias vendidas), sino cultural. "El diseño de Klaus Teuber es la punta de lanza del llamado juego de mesa moderno", decía el comunicado de Devir. Recordé de repente los cientos de horas que he pasado ante el tablero variable y enigmático, hecho de hexágonos que se juntan para formar un puzzle en el que, como decía el propio Teuber, “conocemos cómo son las personas”. O cómo querríamos ser o cómo no nos gustaría ser. En un juego como este -complicado y accesible a la vez, que se explica prácticamente mientras ya estás jugando– existe un elemento cooperativo que le otorga un halo benefactor y también factores que son ocultos y que responden a una dinámica tenebrosa. Una combinación ideal que responde a una pregunta que Teuber se hizo mientras se adentraba por afición en el universo de los vikingos: “¿Qué pasaría si unos exploradores llegaran a una isla en la que no hay nadie? ¿Qué harían?”. Antes de poder dedicarse profesionalmente a sus inventos, este hombre confeccionaba y colocaba prótesis dentales. Por la noche, se encerraba en su estudio y, de algún modo, jugaba a modificar otra realidad, la creaba, también regular y pautada.

Nadie como él ha explicado la esencia de este juego, la de todos los juegos, en definitiva, combinaciones virtuales que imitan la vida, pero no lo son. O quizás sí. Que nos seducen, nos hipnotizan, nos transportan y nos informan. “En la ruleta, solo cuenta la suerte; en el ajedrez, solo la estrategia. En el 'Catán', si ganas, piensas que es gracias a tu estrategia; si pierdes, dices que es por culpa de la suerte. Ocurre como en la vida”.

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