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A propósito de Ferrovial

Rafael del Pino, presidente de Ferrovial.

Rafael del Pino, presidente de Ferrovial. / ARCHIVO / EFE

Albert Sáez

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Las trincheras madrileñas están que arden tras el anuncio de la empresa Ferrovial de trasladar su sede a los Países Bajos en busca de seguridad jurídica para poder salir a bolsa en Estados Unidos. Para el Gobierno, es una traición de una empresa a la que han ayudado todos los gobiernos desde que se fundó en 1952. Para el entorno del PP es una muestra más de la decadencia de la coalición y del malestar empresarial con las medidas impositivas impulsadas por Podemos y asumidas por Pedro Sánchez. Para rematarlo, los independentistas catalanes se apuntan a la fiesta y salivan con que el Madrid de Ayuso también sufra la "fuga de sedes" que padeció Barcelona en el 2017, también por inseguridad jurídica. La opinión pública española tiene una capacidad inagotable de convertir cualquier gran asunto estratégico en un chascarrillo para el combate táctico. Solo faltan los analistas advirtiendo de un efecto contagio.

Para entender más lo que está ocurriendo, Ferrovial debe algunas explicaciones. Más allá del titular, debería explicar si sus accionistas también se van a marchar a otro país de la UE (no olvidemos este dato porque hay un ellos y nosotros que ha cambiado). Debería poner también en valor qué parte de su negocio ya no radica en España. Y debería contar por qué hoy los Países Bajos son más seguros que España si ambos están dentro del perímetro de la UE. La operación no es necesariamente mala para la economía española. Que contribuyentes españoles posean multinacionales no hace otra cosa que mejorar nuestra maltrecha balanza de pagos. Siempre y cuando sigan siendo contribuyentes y en lugar de irse a los Países Bajos no se marchen a las islas del canal. De igual manera, que una constructora española-europea sea competitiva hasta el punto de aspirar a cotizar en la bolsa norteamericana tampoco debería avergonzar a nadie.

También debería explicarse el Gobierno. Decir que Ferrovial "le debe todo a España" es alimentar la leyenda negra de la connivencia entre las grandes empresas y el Estado. Y también debería aclararse un poco. Se base en las razones en las que se base, la decisión de Ferrovial ha logrado explicarse dentro del marco mental creado por la propia coalición amenazando a las "grandes" empresas con todo tipo de impuestos a la carta. Si a España no le gusta "lo grande" es lógico que "lo grande" se marche. O tenga más fácil explicar que se marcha ocultando sus verdaderas razones. Quizás todo debería empezar por corregir a esos tertulianos que día tras día equiparan los beneficios globales de estas grandes empresas con los impuestos que pagan solo en España.

Mientras decidimos si esta no es una tan mala noticia, aprovechemos para entender un poco más de lo que estamos hablando.

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