Nuevas galaxias

Del Webb al polvo de hada de Einstein

Buscar en las estrellas con telescopios potentísimos es también indagar en nuestra identidad, de dónde venimos y por qué seguimos empecinados en saber cada vez más

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Carol Álvarez

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El telescopio James Webb nos soltó esta semana la última de sus verdades nuevas, un descubrimiento que va más allá de una foto hermosa del lugar más remoto alcanzado por su potente lente. Lo contó en un texto resplandeciente Valentina Raffio, así como quien explica algo muy importante con delicadeza y a la vez con emoción contenida, seguramente no hay otra forma mejor de explicar que el Webb ha encontrado unas galaxias que no deberían existir.

La revelación científica pone patas abajo un montón de creencias basadas en teorías y cálculos, desde el tiempo inicial de la creación del universo, es por eso la rotundidad de la conclusión. En ese "no deberían existir" cabe una contradicción máxima y una pequeñez, la de sentirse equivocados hasta ahora y también desconcertados: hemos perdido una tabla de certezas de entre las tablas de certezas que nos sirven de muletas y guía para avanzar. ¿Y ahora qué? Que el telescopio Webb iba a revolucionar nuestra comprensión de teorías de la física cuántica y, en definitiva, de dónde venimos y a dónde nos dirigimos, ya entraba en los cálculos de los científicos cuando vieron, pero sobre todo imaginaron, su potencial. Y le quedan diez años de vida útil...no puede haber más expectación ante sus futuros resultados.

Buscar en las estrellas con telescopios potentísimos es también indagar en nuestra identidad, saber más. Estos días que celebramos el centenario de la visita de Albert Einstein a Barcelona, los aficionados comparten en redes y comentan los sitios que visitó, las reuniones que tuvo, hasta el menú que degustó en casa de Rafael Campalans.  Corría 2023 y Einstein desplegó sus conocimientos de Física ante el público que se congregó en el auditorio de la Reial Acadèmia de Ciències i Arts de Barcelona, aunque la mayoría no debió entender nada de nada de lo que apuntaba con una tiza en la pizarra. Así lo recoge el químico y periodista Xavier Duran en el blog de divulgación científica en catalán Divulcat, donde repasa la cobertura mediática que se hizo del viaje y la aceptación de la revolucionaria entonces Teoría de la Relatividad, que tenía sus detractores. 

De los apuntes de Duran sobre el impacto de esa visita me quedo con los del historiador Thomas F. Glick, que se hizo eco de lo raro que era en la época ver a mujeres interesadas por la ciencia y también poetas y escritores. En su libro 'Ciencia y sociedad en la España de entreguerras', resume quizá en una frase lo que significó. 'Allá donde fue Einstein, le precedió la fama y creó la ilusión en sus oyentes de que habían sido rociados con polvo de hada".

Ese "polvo de hada" lleva en un hilo de pensamiento a enlazar esos momentos de hace cien años con el ahora y el campo enorme de incógnitas científicas que nos envuelve, es el mismo del que están forjados conceptos como la materia oscura,  invisible pero presente, compuesta por partículas desconocidas pero que integran las galaxias y que han dado pie a más preguntas, más investigaciones, más teorías. 

En el ahora no es el telescopio Webb el único que derriba fronteras del saber: esta misma semana más de 200 científicos coordinados por el director del Institut d'Estudis Espacials de Catalunya, Ignasi Ribas, y David Montes, investigador de Física y Astrofísica, arrojaban las conclusiones de cuatro años de investigación con la friolera de 59 exoplanetas nuevos a poner en el mapa, diez de ellos habitables. Los científicos participan en un proyecto que suma talento, llamado Carmenes, que tiene su sede en el observatorio de Calar Alto, en Almería.

Un nuevo censo para un mapa en construcción, el de todo lo que nos rodea y que explica por qué estamos aquí y por qué seguimos empecinados en saber más, aunque sea franqueando los límites de lo establecido.

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