Artículo de Albert Soler

El chollo de hermanarse

A Barcelona se le ha acabado viajar a Tel Aviv por una rabieta de su alcaldesa, pero quién necesita ir a Israel si quedan todavía hermanas como Boston, Dubái, Montevideo o La Habana

ada colau

ada colau / Zowy Voeten

Albert Soler

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Barcelona ha repudiado a Tel Aviv, le ha dicho que no quiere ser más su hermana. Ignoro qué tendrá que ver Tel Aviv con las barbaridades que lleve a cabo el Gobierno de Israel, y más ignoro aún cómo se habrán tomado este deshermanamiento los vecinos de aquella ciudad. Si es que se han enterado, claro. En el caso de que Bluefields, que se conoce que es un pueblecito de Nicaragua, se deshermanara de Girona, mi ciudad, estoy casi seguro de que yo iba a dormir igual de tranquilo, no me veo llorando de pena. Para que se hagan ustedes una idea de la importancia de los hermanamientos, eso de Bluefields lo acabo de saber buscándolo en internet, que si no, seguiría en mi feliz ignorancia. Según la red, además de allí, como gerundense tengo hermanos de ciudad en Albi (Francia), Farsia (Sáhara), Ítaca (Grecia), Nueva Gerona (Cuba), Reggio Emilia (Italia) y Wakefield (Reino Unido). Y yo, con esos pelos.

Para ayudar a poblaciones necesitadas no hace falta hermanarse, pero el hermanamiento tiene otras ventajas. Mejor dicho, tiene una: viajar a menudo a las ciudades hermanas con el pretexto de estrechar lazos. La moda de hermanarse con otras ciudades surgió hace años, y como los ayuntamientos vieron que era una buena oportunidad para que concejales, asesores y técnicos, viajaran por el mundo a costa de los contribuyentes -y una vez allí quizás sean agasajados con ágapes por la patilla-, rápidamente hizo fortuna. Esa es su única utilidad, y no es poca cosa, porque se beneficia de ello todo partido que se haga con el gobierno de la ciudad. Todo el mundo sabe que los hermanamientos son un cuento chino, pero todos callan porque, quién sabe, tal vez un día nos toque a nosotros viajar, y mejor a Cuba que a Italia, que allí están más necesitados y además hay mulatas. Y mulatos. Para hermanarnos con poblaciones cercanas, nos quedamos en casa

A Barcelona se le ha acabado viajar a Tel Aviv por una rabieta de su alcaldesa, pero quién necesita ir a Israel si quedan todavía hermanas como Boston, Dubái, Montevideo, San Petersburgo, Río de Janeiro, Monterrey, Estambul o La Habana, entre otras. Eso sí es una agencia de viajes, y no la de El Corté Inglés, con este percal se pueden meter Israel donde les quepa. Apenas queda pueblo que no se haya apuntado a viajar de gorra, y si puede ser lejos, mejor. Si hasta Sant Esteve Sesrovires está hermanado con Centro Habana. Hay que ver cómo tira el Caribe, cualquiera viaje a Tel Aviv.

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