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Ley del 'sí es sí': la bocina suena el 8-M

pedro sanchez irene montero ione belarra

pedro sanchez irene montero ione belarra / Emilio Naranjo / EFE

Albert Sáez

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Alguien que lo conoce muy bien me recriminaba hace poco que los periodistas olvidamos que el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, tiene mentalidad de jugador de baloncesto: "siempre mete la canasta sobre la bocina". Viendo su trayectoria política parece que, ciertamente, le gusta solventar los problemas sobre el límite de tiempo y si, aparentemente, no tienen un final concreto, acaba creándolo para forzarse a lanzar el balón al límite. La renovación del Tribunal Constitucional o la reforma de los delitos de sedición y malversación se han resuelto así.

El Gobierno llamado de coalición por sus forofos lleva semanas embarrado en la posible reforma de la llamada 'ley del sí es sí' para evitar el efecto indeseado de que algunos condenados por abusos o por violación antes de su promulgación salgan de la cárcel con unos meses de antelación al aplicarles la nueva norma. Sánchez empezó la semana con un órdago a la grande presentando su propia propuesta de modificación de la ley sin el acuerdo de Podemos. Pero, finalmente, retrasó la bocina al no tramitar el texto por el procedimiento de urgencia. De esta manera, los alquimistas de la Moncloa tienen el tema en la agenda y lo lucen o lo esconden a conveniencia. Los días que quieren confrontar con el PP, acercan posiciones a Podemos. Y los que quieren confrontar con los morados, se acercan a Feijóo. Y así crean un centro demoscópico para alentar las teorías de Tezanos gracias a la colaboración de los periodistas de carril.

La bocina en el asunto del 'sí es sí' sonará irremediablemente el 8-M. Quedan cuatro semanas para evitar que la manifestación anual del feminismo se revuelva contra Sánchez. A ese escenario es mejor llegar con un pacto con Podemos que con el PP. Pero ese acuerdo es imposible con las actuales protagonistas. De manera que experimentados dirigentes socialistas le recomiendan a Sánchez que llegue a esa bocina después de mover el banquillo aprovechando la crisis de Gobierno para sustituir a Carolina Darias y Reyes Maroto. En un país normal o en un gobierno que no fuera de coalición, el 8-M ni Irene Montero ni Pilar Llop seguirían siendo ministras, le dicen.

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