La política útil de Illa
El gran cambio del acuerdo de presupuestos: entender que hay que tragarse unos cuantos sapos para negociar y concluir con decisiones concretas, intentando no llevarse la contraría y con los riesgos de mezclarse entre posturas que pueden ser contradictorias
Álex Sàlmon
Periodista. Director del suplemento 'Abril' de Prensa Ibérica.
Unas de las cuestiones que se han puesto en valor tras el acuerdo de presupuestos entre ERC y PSC es la ruptura de los bandos cotidianos, habituales, reincidentes de los últimos años en Catalunya. El tema es de profundidad, pero se trata, en realidad, de una derivada de lo fundamental e interesante para el ciudadano: la utilidad.
Lo mencionó el propio Salvador Illa y lo reiteró el 'president' Pere Aragonès en sus diferentes comparecencias: “Se trata de hacer política útil”. El detalle es fundamental, sobre todo en un momento en que la política se dedica más a lo emocionalmente declarativo que a las decisiones fehacientes como avances positivos para la sociedad.
La política española pasa por un momento de agitación continua e inservible. Una parte de Catalunya también se acostumbró a pensar que gritar en la calle y revolverse servía para algo más que solo quejarse. Ese es el gran cambio del acuerdo de presupuestos: entender que hay que tragarse unos cuantos sapos para negociar y concluir con decisiones concretas, intentando no llevarse la contraría y con los riesgos de mezclarse entre posturas que pueden ser contradictorias.
En este caso, la acción política conduce a pegarle bien a ERC sobre la B-40 como si se tratara de un hígado debilitado en un combate de boxeo. El punto débil. Sin embargo, el argumentario para suavizar los envites es largo y tiene solución. Ya se notó en la primera entrevista que concedió el president. “Hablamos solo de un tramo, no de toda la vía”.
La política útil es servible. Acaba pivotando sobre todos los ciudadanos. Y así, el trabajo parlamentario llega a las personas y no se sustenta, entre las ilusiones y las emociones de lo que pudo ser y nunca será. Esta es la caja abierta en un acto de responsabilidad de Illa y Aragonés, entendido así por los dos, y ante el que hasta el propio Núñez Feijóo no ha podido declarar nada en contra. Al contrario, dijo alegrarse. Habría sido tirarse piedras contra su propio tejado. En la política se trata de construir, aunque la moda sea de los que demuelen de forma sistemática.
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