Artículo de Salvador Martí

Bolsonaro y el terraplanismo reaccionario

Una buena parte de los bolsonaristas no creen en las evidencias que demuestran la derrota de su líder y, por lo tanto, piensan que es preciso luchar para derrocar al poder maligno e ilegítimo que representa Lula

Salvador Martí Puig

Salvador Martí Puig

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Hay tres indicadores que ponen de manifiesto el descontento político que reina en América Latina: la poca confianza que tiene la ciudadanía en las instituciones democráticas; el incremento y extensión de las protestas para expresar el malestar; y que en cada una de las elecciones celebradas en la región desde 2016 siempre ha ganado la opción opositora

Esto último es lo que ha ocurrido, ni más ni menos, en Brasil, donde la victoria de Lula no ha supuesto un giro a la izquierda, sino que más bien ha sido fruto del rechazo de la mitad (y poco más) de la población a las propuestas reaccionarias de Jair Bolsonaro. En este contexto, el voto a favor de Lula no ha tenido la misma adhesión ni entusiasmo que el 'voto creyente' que apoyó a su adversario. 

Es más, una parte de la base social bolsonarista aún cree -fruto de la propaganda difundida desde las redes sociales de la derecha- que les han robado las elecciones. En este sentido, la Alt-right carioca (y por extensión brasileña) es igual de tóxica que la norteamericana, si bien está aliñada con toques exóticos propios de la exuberancia tropical. Sólo con ver el videoclip oficial de la campaña de Bolsonaro de 2018, titulado “O mito chegou” (*), es suficiente para hacerse una idea de la carga ideológica, personalista y demagoga de lo que representa. En dicho vídeo la canción reza lo siguiente: 

“Llegó el mito y en Brasil despertó la verdadera esperanza (…). Dios te salve, el pueblo está cansado de mentiras, de tantas falacias e hipocresía (…). Una nueva ola se ha apoderado de Brasil, por eso Bolsonaro es aclamado allá donde llega (...). TV, radios, revistas, periódicos, artistas, actores de Globo están enfermos (...). Es necesario que los niños vayan a la escuela para aprender ciencias, matemáticas, física y portugués. No sexo, no tienen edad para eso. Ideología de género, ay qué asco (...). Llegó el mito, él siempre tiene la razón. Dios le ha dado la misión de gobernar la nación más grande (…). Llegó el mito y la izquierda se asustó”. 

Ante esta carta de presentación es fácil entender que una buena parte de bolsonaristas no crean en ninguna de las evidencias que demuestran la derrota de su líder y, por lo tanto, piensan que es preciso luchar para derrocar a los poderes malignos e ilegítimos que representa Lula. En este sentido, podemos afirmar la aparición de una nueva ideología: el terraplanismo reaccionario

La gran pregunta, sin embargo, es por qué los estrategas de este movimiento alientan a sus bases a ocupar los edificios institucionales más emblemáticos del país, a sabiendas que -incluso destrozándolos- el desenlace es el fracaso político y la represión. Esta estrategia, creo, solo tiene sentido si hay la connivencia de los poderes fácticos y, sobre todo, de las fuerzas armadas. Dicho de otra forma, o dichos estrategas sobreestimaron el apoyo que tenían entre los miembros del ejército o, simplemente, quieren mantener el fervor de sus bases a través de despertar otro recurso emotivo -de gran valor en la política- que es el victimismo.  

Suscríbete para seguir leyendo