Artículo de Carme Poveda

La economía: ¿de gris claro a gris oscuro?

Hay un factor importante de cara al futuro: la capacidad de las familias para consumir (y de las empresas para invertir) irá bajando a medida que la subida de tipos de interés se vaya trasladando a los créditos

Compra en un supermercado

Compra en un supermercado / FERRAN NADEU

Carme Poveda

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El análisis económico es complejo y más últimamente. Por eso, en función del economista con el que hables puedes encontrar un amplio abanico de tonalidades de grises, algunas tocando al negro carbón. La realidad es que la información de la que disponemos acepta matices. En la banda de grises claros (más optimista) hay que destacar las cifras de empleo, que muestran un dinamismo importante hasta septiembre y escasa afectación, de momento, de la crisis energética e inflacionaria. Sabemos que la variable más importante para sostener el consumo de las familias es el empleo, por lo tanto, las perspectivas económicas desde este punto de vista no parecen tan negativas a corto plazo como se podría imaginar. Otra información positiva es la evolución a la baja del precio de la electricidad, del petróleo, y de algunos metales (oro, acero, cobre) y otros 'inputs' que se utilizan de forma intensiva en la industria (aluminio, cobalto, zinc, hierro). En relación con los bienes agrícolas han seguido una tendencia a la baja entre mayo y julio, pero durante agosto y septiembre han repuntado ligeramente, a pesar de que se sitúan muy por debajo de los niveles de mayo. Este descenso de los precios de los productos que están en la fase inicial de las cadenas de producción tendría que contribuir a moderar la inflación en los próximos meses.

El precio del gas también ha empezado a bajar, a pesar de continuar en niveles muy elevados. En este momento constituye la gran amenaza para la inflación, mientras las autoridades europeas no parecen ponerse de acuerdo ni tener prisa en cómo ponerle freno. Todo ello hace que hoy algunos analistas veamos más probable un descenso rápido de la inflación que meses atrás. También es una buena noticia que los salarios se mantengan moderados. El acuerdo pactado entre funcionarios y Gobierno español de subir un 3,5% los salarios en 2022 y un 2,5% en 2023 (con posibilidad de llegar al 3,5%) es una señal de que los sindicatos aceptan una recuperación parcial de la capacidad adquisitiva a cambio de contener la espiral precios-salarios que podría tener consecuencias económicas mucho más graves y duraderas en el tiempo.

El gris claro toca al blanco cuando hablamos de los buenos resultados turísticos. Solo hay que pasearse por las grandes ciudades de nuestro país para ver que la temporada de verano se está alargando, y esto coincide con la recuperación de los congresos y ferias, que tan importantes son para la ciudad de Barcelona. Finalmente, hay que recordar que las empresas están afrontando con normalidad el pago del principal de los créditos ICO desde finales de junio sin que se haya observado un incremento destacable de la morosidad, reflejo de la recuperación de los balances de empresas y autónomos.

En el lado del gris oscuro (más pesimista) tenemos, en primer lugar, las expectativas de las empresas y consumidores, hecho que puede acabar afectando a la inversión y el consumo por un 'efecto precaución'. Lo que se conoce como la profecía autocumplida del empeoramiento de las perspectivas económicas. Tampoco es favorable la apreciación del dólar, puesto que la energía y las materias primas se compran en dólares y esto hace que Estados Unidos exporte inflación a todo el mundo. Es cierto que la depreciación del euro hace más competitivos nuestros productos fuera de la zona euro, pero como todas las monedas se han depreciado respecto al dólar esta ventaja prácticamente ha desaparecido.

El tercer factor es quizás el más importante. La capacidad de las familias para consumir (y de las empresas para invertir) irá bajando a medida que la subida de los tipos de interés se vaya trasladando gradualmente a los créditos. El impacto no es inmediato, dado que las hipotecas variables se renuevan anualmente con la referencia del euríbor de dos meses anteriores. El euríbor pasó de estar en el 0% en abril, al 0,9% en junio/julio y al 2,2% en septiembre. Por lo tanto, el impacto se ha empezado a notar el mes de septiembre (pero solo en aquellas familias que han renovado condiciones este mes, que podría ser un 10% del total de hipotecas a tipos variables), pero será más importante a partir de noviembre. Así pues, a medida que pasen los meses este impacto se irá extendiendo y agravante.

En definitiva, grises claros en el presente que pueden evolucionar hacia grises más oscuros en el futuro, a pesar de que de momento la balanza está más inclinada hacia los primeros. Hay que confiar en que las políticas públicas adoptadas sean eficaces para contener el impacto de la crisis sobre los más vulnerables y que salgamos de esta situación sin daños estructurales (de estos hablaré en el siguiente artículo).

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