La mano que mece la cuna

Manifestación  contra el impuesto al gas planeado por el gobierno alemán, en Leipzig.

Manifestación contra el impuesto al gas planeado por el gobierno alemán, en Leipzig. / REUTERS/Christian Mang

Ramón Lobo

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Las izquierdas europeas han dejado de ser atractivas para una parte significativa de la población. Ya no representan el voto gamberro, el que zarandea al poder. Ese papel lo desempeñan las extremas derechas que han sabido encontrar un discurso populista y simplón en medio de una grave crisis económica. Los enemigos, además del migrante, son el ecologismo y el feminismo.

La manifestación de Praga contra el Gobierno liberal-conservador de Pets Fiala, que sacó a la calle a decenas de miles de personas, es una advertencia para el resto de la UE. Bajo el lema de “República Checa primero” arremetieron contra la OTAN, el apoyo militar a Ucrania y su efecto en los precios del gas y la electricidad. Detrás de esta protesta estaba la extrema derecha y los partidos comunistas de Moravia y Bohemia.

Manifestaciones minoritarias

Esta misma semana hubo manifestaciones, aún minoritarias, en varias ciudades alemanas contra el alza de los precios. Estaban convocadas por dos formaciones de extrema derecha, Alianza por Alemania y Patriotas Europeos contra la Islamización de Occidente (PEGIDA). El partido La Izquierda trata de organizar las suyas en Leipzig. Detrás de la amenaza de un otoño caliente y un invierno frío tras el corte del suministro del gas ruso está la guerra.

Moscú repite un mensaje que cala: el problema de los precios y del gas se terminaría si Europa deja de hacer seguidismo de EEUU en Ucrania. Hay dos factores que tienen impacto: el bolsillo de los ciudadanos y un antiamericanismo de piel en amplios sectores de la izquierda.

Sucede en Francia con Mélenchon y en España con Podemos. El primero se movió en la crítica al apoyo a la OTAN en las últimas campañas electorales. Son equilibrios complicados porque el 69% de los franceses está contra la guerra. Marine Le Pen, la lideresa de la extrema derecha, fue aliada de Putin, de quien ha recibido financiación indirecta.

Contactos Rusia-Salvini

El Kremlin está detrás de Liga Norte de Italia. El diario La Stampa informó de contactos entre el partido de Matteo Salvini y diplomáticos rusos en los días previos a la caída del gobierno de Mario Draghi y la convocatoria de elecciones. Una fotografía que persigue a Salvini en la que posa en la Plaza Roja con una camiseta de Putin vestido de militar. 

Todas las encuestas auguran una victoria de Georgia Meloni, lideresa de Hermanos de Italia, que es más de extrema derecha que la extremada Liga Norte. Ella, junto a Salvini y Berlusconi, otro con coqueteos con el Kremlin, podrán gobernar Italia. En las últimas semanas, Meloni ha girado, alejándose verbalmente de Putin. Ahora apoya la resistencia de Ucrania. Busca respetabilidad para asegurarse la victoria en la urnas el 25 de este mes.

Rusia, enfangada

Unos ven la mano de Putin en estos movimientos; otros, sostienen que le estamos otorgando un papel de manipulador global por encima de sus posibilidades. La guerra no le va bien. Fracasó en el plan A que consistía en conquistar Kiev en una semana. Están enfangados en varios frentes y las bajas son elevadas. Mantiene una superioridad militar numérica.

El Ejército ucraniano armado por Occidente trata de reconquistar Jersón y lanzar un mensaje de optimismo a su población y a sus aliados en la UE y EEUU. Vienen meses duros en la retaguardia con alzas en los precios y problemas de suministro de gas. Lo que ha sucedido en Praga y Leipzig, y lo que va a suceder en Italia, se puede repetir en otros países en los que la extrema derecha pesca en río revuelto. Se nutren del movimiento antivacunas inspirado en el libertarismo estadounidense, que es un movimiento demagogo y antidemocrático.

Se podría decir que Putin es un ultranacionalista de derechas, pero ante todo es un oportunista que ha transformado el ejercicio del poder en un acto de supervivencia física. Está dispuesto a colgarse cualquier disfraz con tal de mantenerlo. Durante la pandemia, el último disfraz se le quedó pegado a piel, ahora es parte de él. Se ve como émulo de los zares que no deja de cultivar la amistad de las fuerzas más extremistas de la derecha mundial.

Confusión ideológica

En el mundo que vivimos, en medio de una gran confusión ideológica, en la que sectores de la derecha y la izquierda terminan expresándose con palabras parecidas, ganan los Putin, los Trump, las Meloni porque antes les hemos preparado el terreno destruyendo la verdad.

Somos una sociedad frágil que vive sobre una pasarela. Vale más la impostura de un político que repite lo que la gente quiere oír, que las propuestas serias para resolver los problemas comunes. No es de extrañar en una sociedad de tiktokers e instagramers en la que cuenta más un buen filtro de fotos que la realidad de lo que somos.

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