Décima avenida | Artículo de Joan Cañete Bayle

Rosalía: Despechá de tanto talento

La cantante llega con su gira a Barcelona como viva expresión de los aires de su tiempo, portavoz del hoy y del ahora

Rosalía durante su actuación en el WiZink Center de Madrid

Rosalía durante su actuación en el WiZink Center de Madrid / ÓSCAR LAFOX / ACN

Joan Cañete Bayle

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La semana en que la ola de calor impregna toda la paleta informativa, desde la tragedia de los que dan la vida trabajando hasta el costumbrismo del abanico y las espaldas empapadas de sudor, a mí el tema que más me ha llamado la atención es cómo Rosalía ha conseguido popularizar hasta convertirla a candidata a canción del verano una canción, 'Despechá', que aún no ha editado y no puede escucharse ni en radios ni plataformas. La cantante la ha cantado en sus conciertos, la ha viralizado en Tik Tok y, 'et voilà', la ha convertido en un hit antes de difundirla. Se me ocurren pocas demostraciones de poder en el mundo de hoy más contundente que esta.

Rosalía es de esos talentos que surgen de tanto en tanto que es capaz no solo de captar el Zeitgeist, sino de embridarlo y guiarlo. No se trata solo, que ya es mucho, de triunfar en el mundo de la música; se trata de entender el funcionamiento de los entresijos culturales del momento, saber estimular como quien toca las teclas del piano. El vídeo, supuestamente casero, de Despechá publicado en Tik Tok es una pieza de arte contemporáneo: el móvil, el tiro de la cámara, la estética, el baile loco.

Rosalía toca en el Palau Sant Jordi este fin de semana. Toca en casa, aunque en ocasiones da la impresión de que en casa no acaba de calibrarse la talla de la cantante en su justa medida. No ayuda que el reguetón y las músicas urbanas aún sean vistas como expresiones culturales menores, ni que la cantante se haya internacionalizado tan pronto, tan rápido. Visto así, la polémica sobre si su nuevo disco, 'Motomami', no era la Rosalía de siempre, la supuestamente aflamencada del 'Mal querer', era no solo superflua sino mal dirigida: no hay una Rosalía de siempre; hay tantas Rosalías como Zeitgeist. No es el caso, pero 'Despechá' podría hacer referencia a los que se quedaron despechaos con 'Motomami', anclados en el trá, trá y el 'Me quedo contigo' de la gala de los Goya de 2019. No, Rosalía no se quedó con ellos.

Poco a poco, con el paso inexorable del tiempo, los nacidos en la década de los 70 nos hemos convertido en padres y madres de adolescentes. A los creadores de una fenomenal industria de la nostalgia (yo también fui a EGB, la reposición sin fin de 'Verano azul', los diálogos de 'Friends' recitados de memoria) la adolescencia de sus hijos les ha pillado pedaleando en la elíptica del gimnasio y buscando los 'Goonies' en Netflix. Convertidos de repente en sus padres, los jóvenes de hoy les parece que beben demasiado, lo hacen todo demasiado pronto y no saben lo que es bueno de verdad. Las letras del reguetón les escandalizan, olvidándose de algunas de las letras que cantábamos entonces y que hoy sonrojan. Pero cuesta abandonar el centro del escenario, y aquella Rosalía del 'Mal querer' era ideal para ir con sus hijas de concierto y hacerse unos selfis. Trá, trá.

La Rosalía de 'Motomami' ya no es para todas las edades. Sus letras tienen capas de significados culturales que no se pueden comprar en una conversación rápida; sus referencias sexuales incomodan cuando las canta en casa la niña que de pronto se nos ha hecho 'teenager'; el flamenquito se ha vuelto urbano, y ahora ya no es lo mismo, dicen muchos, lo cual es un eufemismo: lo que dicen es que lo entienden.

Y está bien que sea así. Igual ha llegado el momento que 'boomers' y Generación X empiecen a entender que el mundo cultural no gira alrededor suyo, que el aire de los tiempos sopla en direcciones recónditas e incógnitas, y así es como deben ser las cosas. El rock murió, las pantallas lo son todo, y el criterio mismo de qué tiene valor y qué no lo tiene ha cambiado. Hoy una canción puede triunfar sin haber sido publicada, y sin que una gran parte de la población la haya visto porque se ha movido por circuitos misteriosos. A los padres de los adolescentes de hoy nos cuesta abandonar el centro del escenario, pero es necesario que lo hagamos. Ya les dimos la tabarra poniéndoles nuestros dibujos animados en la infancia y nuestras series y 'sitcom' en su preadolescencia. Ahora les toca a ellos llegar a casa cuando sus padres se levantan para ir al trabajo e ir a conciertos que no conmemoran décadas de carrera, sino que celebran que hoy, ahora, es su tiempo, su momento. Aunque no lo entendamos, podemos recordar lo que era eso.

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