La nota | Artículo de Joan Tapia

Politburó socialdemócrata

Sánchez busca recuperar la identidad del PSOE plural con dos miembros del PSC (Iceta y Granados) en el nuevo órgano de dirección

Patxi López.

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Joan Tapia

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¿Con las encuestas en contra, problemas continuos con Podemos y los “amigos” de ERC, y encima un IPC del 10%, crees que Sánchez puede resucitar? Era la pregunta que me hacía, tras las andaluzas, un angustiado exdirigente del PSC.

La pregunta sigue en el aire. Pero Pedro Sánchez lo tiene claro: resurgirá. Lo hizo en el debate del estado de la nación con el “giro a la izquierda” (curiosamente, tras Marruecos y la cumbre de la OTAN), recuperó el trato con Aragonès y logró aprobar en el Congreso la Ley de Memoria Democrática, la reforma del Consejo General del Poder Judicial y el segundo decreto económico. E inmediatamente, tras la dimisión de Adriana Lastra, ha renovado la cúpula del PSOE y ha creado un núcleo de dirección de nueve miembros, que es una amalgama de ministros y dirigentes del partido.

El relevo más emblemático es el de María Jesús Montero, la ministra de Hacienda que se ha caracterizado por su pragmatismo y proximidad al presidente, en sustitución de Adriana Lastra, exponente del sanchismo izquierdoso. El segundo es la promoción de Patxi López a la portavocía en el Congreso en vez del desconocido Héctor Gómez. Patxi López encarna la centralidad (fue candidato contra Sánchez y contra Susana Díaz a dirigir el PSOE, con la ayuda de Óscar López, otro de los nueve), y ha sido el único lendakari que no militaba en el PNV. Lo fue pactando con el PP y es absurdo acusarlo de ser pro-Bildu. El tercer relevo es el de Pilar Alegría, ministra de Educación, exdirigente del PSOE aragonés y vinculada a la campaña de Susana Díaz, para sustituir a Felipe Sicilia, el portavoz del PSOE nombrado por Lastra.

Estos son los tres grandes cambios. No parecen tanto un giro a la izquierda como un intento de resucitar al PSOE apelando a su identidad y pluralidad y a la gestión del Gobierno. Por eso la presencia en el nuevo núcleo de dirección de Montero, Pilar Alegría y Félix Bolaños, el voluntarioso ministro para todo. La de Patxi López y Santos Cerdán (no cambiar de maquinista en plena carrera) muestra también atención a Euskadi y Navarra, a la España donde hay mucha presencia nacionalista. Y la de Miquel Iceta, que resistió el gran envite al PSC, y la firme Eva Granados indican que Sánchez sabe que el PSC es clave tanto para sacar diputados en Madrid como para que ERC y Junts no se crean que Catalunya es suya.

María Jesus Montero, Patxi López y Miquel Iceta indican praxis socialdemócrata y recuperación de la política, una cierta rectificación respecto al “modernista” último cambio de gobierno. Sánchez quiere, ¿pero podrá? El CIS del martes daba ganador al PP, que sube 10 puntos desde las últimas generales mientras que el PSOE no cae, pero se estanca. Y Feijóo crece recuperando también votos de Vox, que baja tres puntos respecto a 2019. El consuelo de Sánchez es que pese al fuerte desgaste (pandemia, crisis), todavía es, aunque por poco (22,1% contra 20,8% de Feijóo) el preferido como presidente.

Para resucitar, Sánchez ha oficializado una especie de politburó (mezcla de ministros y cargos de partido), pero no comunista sino socialdemócrata. ¿No hubiera sido más adecuado proceder a una profunda remodelación del Gobierno?

¿Es lógico que la ministra de Hacienda –sobrecargada de conflictos– sea también, al menos en teoría, la vicesecretaria del partido? ¿Y que la ministra de Educación tenga el encargo de ser, al mismo tiempo, la propagandista socialista? Habría que guardar más las formas y no mezclar tanto al partido con el Gobierno. Pero la prioridad es otra.

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