Ágora | Artículo de Carles Sora Domenjó

La cara oculta de los videojuegos

Se ha demostrado por ejemplo en varios estudios que los videojuegos de rol facilitan y mejoran los lazos sociales, las habilidades de comunicación y la autoestima

Un menor juega a videojuegos.

Un menor juega a videojuegos.

Carles Sora

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Los últimos tiempos hemos podido ver como los medios de comunicación han estado dando una especial cobertura a ciertas problemáticas de adicción y violencia vinculadas a los videojuegos y en las redes sociales, todas ellas importantes y merecedoras de atención y de una mayor educación mediática de los niños.

Esta focalización en las problemáticas podría estar sesgada y poco sustentada científicamente en un contexto de práctica masiva: 18 millones de jugadores en el estado español y un 47% de jugadoras. Los expertos indican que detrás la mayoría de los casos de salud vinculados a los videojuegos o las redes sociales hay también cierta predisposición de los sujetos a la adicción de los sistemas de recompensa habituales en estos y otros productos.

Los datos acompañan esta necesaria revisión de los estereotipos de salud vinculados a los videojuegos y la comunicación digital. Los estudios científicos que vinculan cambios de comportamiento negativos con la práctica del videojuego y de la comunicación digital son poco concluyentes. Incluso la presidenta de la asociación americana de psicología, Sandra L. Shullman, dijo hace aproximadamente un año que “atribuir la violencia a los videojuegos no es sólido científicamente”.

Pero todavía hay más, hay estudios científicos que validan beneficios sociales vinculados a los videojuegos y las redes. Se ha demostrado por ejemplo en varios estudios que los videojuegos de rol (MMORPG) facilitan y mejoran los lazos sociales, las habilidades de comunicación y la autoestima. En algunos videojuegos comerciales como 'Hellblade' han participado neurocientíficos en su diseño con el objetivo de generar con el juego empatía hacia el colectivo de enfermos mentales, con buenos resultados demostrados científicamente. Otros estudios demuestran que algunos videojuegos ayudan a mejorar la capacidad de cálculo, la memoria de trabajo o la atención selectiva. Los llamados 'juegos serios' forman parte también de tratamientos de trastornos utilizados en hospitales o de neurorehabilitación, así como de metodologías de generación de ideas y participación ciudadana como el conocido 'Minecraft'.

Ante estas evidencias, no suficientemente conocidas ni difundidas por los medios (la cara oculta), habría que prestar más atención en busca de los beneficios sociales de los videojuegos. Las universidades que impartimos estudios de videojuegos y la administración tenemos responsabilidad en la educación mediática de la sociedad y en los modelos de consumo digital que fomentamos .Plataformas locales para el fomento de videojuegos como Game Bcn y los futuros parques de investigación del audiovisual digital (Catalunya Media City y Palo Alto) pueden tener un papel clave en la vinculación entre la investigación de los estudios en videojuegos y la industria.