Pros y contras | Artículo de Josep Maria Fonalleras

El exceso de hablar de cultura cuando quieres todo lo contrario

¿En serio que el cerebro de la ministra de Igualdad no estuvo a punto de colapsar en el momento de pronunciar un sintagma que juntaba violación y cultura?

La ministra de Igualdad, Irene Montero, esta semana en el Congreso de los Diputados.

La ministra de Igualdad, Irene Montero, esta semana en el Congreso de los Diputados. / JUAN CARLOS HIDALGO / EFE

Josep Maria Fonalleras

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Creía que ya no estaba de moda la cultura de llamar cultura a cualquier cosa, cualquier manifestación del ser humano, fuera cultural o no. Quiero decir, por ejemplo, hablar de la cultura del bienestar o de la cultura de ir en bicicleta o de comer bocadillos de pastrami. Pero estaba equivocado. Parece que decir cultura sirve todavía para todo, es una palabra que funciona como un contenedor, para no tener que hacer la paráfrasis que, resumida, podría formularse así: la manera de hacer de una determinada colectividad en función unas características que le son propias y que la definen. Digamos cultura, pues, y así acabamos antes. 

En la presentación de la necesaria, imprescindible, reclamada ley del "solo sí es sí", Irene Montero ha dicho que se trataba de un cambio "para dejar atrás la cultura de la violación" con la voluntad de "construir la cultura del consentimiento”. ¿En serio que el cerebro de la ministra de Igualdad no estuvo a punto de colapsar en el momento de pronunciar un sintagma que juntaba violación y cultura? ¿En serio que no se podía definir de otra forma? Tan preocupados con el lenguaje y después se ubican (otra cultura, también) en la cultura de la cultura como tópico siniestro.

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