Artículo de Eva Arderius

Abierto (también) en domingo

La última palabra la tendrán los clientes. Si no van a comprar, pocos negocios seguirán haciendo el esfuerzo de levantar la persiana en festivo

Barcelona estrena la apertura de las tiendas en domingo

Barcelona estrena la apertura de las tiendas en domingo / ACN / NATÀLIA SEGURA

Eva Arderius

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En Barcelona hay temas de debate recurrentes. Son recurrentes porque no se han terminado de cerrar nunca y porque, como pasa con muchas cosas en la vida, no hay una única manera de verlo. Pasa con el turismo –encabezará el ‘ranking’ de debates y preocupaciones ciudadanas de los próximos meses– y pasa también con el comercio, con la pregunta que hace tiempo que Barcelona tiene encima de la mesa: ¿las tiendas tienen que abrir los domingos y festivos? Cuesta tener una opinión categórica sobre esto. A mí me gusta que estén abiertas. Me gusta encontrar las tiendas con la persiana subida, en Barcelona y en otras ciudades. El comercio no es solo un sitio para comprar. El comercio acompaña, ilumina, da seguridad, llena las calles de vida. Pero también pienso en el esfuerzo que supone para los trabajadores, en los vecinos del centro que agradecen las calles más vacías los domingos y en que, quizá, no hace falta comprar en un día de fiesta.

Barcelona ha decidido que sí. Desde ahora y hasta mediados de septiembre, los establecimientos de los barrios más céntricos (prácticamente toda la ciudad) podrán abrir, si quieren, los domingos y festivos. El acuerdo no ha sido fácil y me consta que entre los firmantes no todo el mundo está 100% convencido. Hay dudas y hay preocupación por la competencia entre los grandes, que podrán hacerlo, y los pequeños, que les será muy difícil abrir un día más. Pero hay cosas a las que es difícil seguir diciendo que no.

Pròsper Puig, vicepresidente de Barcelona Comerç, la entidad que representa a los ejes comerciales y que apoya la ampliación de horarios, lo tiene claro. Cree que el acuerdo está bien porque puede ayudar a la recuperación económica. “La necesitamos”, dice Puig, pero asume que es una apertura pensada más para los turistas que para los clientes barceloneses.

En la mayoría de ciudades del mundo, las tiendas más céntricas están abiertas los festivos, y, de hecho, aquí ya hay establecimientos pequeños que lo están haciendo. Por eso se ha forzado el acuerdo, aunque con garantías. Barcelona es la única ciudad española que amplía horarios con el aval y el apoyo de sindicatos. Se ha estipulado que se contratará personal para evitar que los trabajadores tengan que sacrificar sus domingos. Aunque, en la práctica –así lo han explicado algunos afectados de grandes cadenas–, no todo el mundo lo respetará y la apertura recaerá sobre las espaldas de algunos trabajadores. Aquí los sindicatos y la administración tendrán trabajo. Si esta medida no sirve para que se contrate a más gente y se cree más empleo, no habrá cumplido su objetivo. No será tan buena idea como parecía.

La conciliación familiar de los comerciantes no es nada fácil. Especialmente si el negocio es propio. Tener una tienda requiere un esfuerzo y un sacrificio importantes. Y los pequeños juegan con desventaja respecto a los grandes. Estos días sigo de cerca la apertura de un pequeño negocio. En mi barrio acaban de abrir una tienda, es minúscula y el local no tiene la mejor situación, hace tiempo que estaba vacío, entiendo que el alquiler debe ser más que asumible. Me sabe mal ver que no tienen clientes. Son una pareja joven, se pasan el día allí, solos, revisando los productos, mirando el móvil o el ordenador con cara de preocupación. No sé si podrán aguantar demasiado tiempo. Ellos mismos se construyeron las estanterías, pintaron la persiana y pusieron el cartel. Se han hecho un pequeño escaparate y han puesto un cartel de “abierto” en la puerta. Abren todas las horas del mundo. Intentan aprovechar al máximo el horario comercial, lo necesitan.

Pienso que, como a ellos, a otros negocios, después de un tiempo muy complicado, quizá les puede venir bien tener la libertad para trabajar más días. Los restaurantes, los bares, los locales de ocio, los mismos medios de comunicación lo hacen, abren los domingos y festivos. Es un debate superado, se da por hecho. Ahora les toca a los comercios, los que quieran, los que puedan y los que piensen que sale a cuenta. Porque en esto, la última palabra la tendrán los clientes. Si no van a comprar, pocos negocios seguirán haciendo el esfuerzo de levantar la persiana en festivo. Dicen que el cliente siempre tiene la razón. Pues veremos qué es lo que opinan.

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