Ágora

¿Por qué debe interesarnos la región del Indopacífico?

Aunque nuestra atención esté ahora dirigida a Ucrania, la solución a esta grave crisis posiblemente vendrá más de nuestros socios asiáticos, y en particular de China, que de EEUU o Europa

Vladimir Putin y Xi Jinping

Vladimir Putin y Xi Jinping / AFP / ALEXEI DRUZHINIIN

Javier Parrondo y Emilio de Miguel

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Aunque el proyecto europeo es nuestro marco de referencia fundamental, España, como actor global, ha de aspirar a estar presente y jugar un papel activo en todo el mundo, sobre todo en aquellas regiones en las que se va a decidir la geopolítica del siglo XXI, como es el caso del Indopacífico. El concepto es tan novedoso que incluso sus contornos geográficos están aún por definir. Asumamos pues la extensión que le da la Estrategia de la Unión Europea para el Indopacífico, presentada el pasado mes de septiembre, y que comprende el espacio entre la costa oriental de África y los Estados insulares del Pacífico

La región representa hoy en día el 60% del PIB mundial, supone 2/3 del crecimiento global, y alberga tres de las cuatro mayores economías fuera de la UE, como son China, India y Japón. El pasado 1 de enero, además, entró en vigor la Asociación Económica Integral Regional (RCEP), el mayor tratado de libre comercio del mundo, que agrupa a 15 Estados de la zona, incluyendo los de ASEAN, lo que representa un tercio de la población mundial

El pasado 18 de marzo reivindicamos, precisamente, la importancia del Indopacífico en un seminario en Barcelona inaugurado por el Ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel Albares, y que contó con la participación de destacados expertos internacionales. El título elegido fue: “Europa y España ante el Indopacífico: retos para la gobernanza global y de seguridad”, y durante las sesiones tuvo lugar un interesante debate sobre el papel determinante de esta región para nuestra prosperidad y seguridad, y la necesidad de dotarse de los instrumentos adecuados para responder a los desafíos que presenta. 

Aunque nuestra atención esté ahora dirigida a Ucrania, la solución a esta grave crisis posiblemente vendrá más de nuestros socios asiáticos, y en particular de China, que de Estados Unidos o Europa. La invasión rusa de territorio ucraniano se ha convertido ya en un problema global que ha obligado a todos los países a posicionarse, siguiendo así patrones más propios de la Guerra Fría que del mundo multipolar en el que vivimos. Los acontecimientos en ese país no han hecho más que acelerar el ascenso de Asia y su importancia estratégica para la resolución de conflictos internacionales. Tan solo un ejemplo: el papel de Pekín en la crisis ucraniana se reconoce hoy por todos los actores implicados, y posiblemente sea China el único país que pueda variar el comportamiento de Vladimir Putin y la cúpula política y militar del Kremlin. En este mismo sentido, es previsible que el nuevo concepto estratégico que la OTAN aprobará en la Cumbre de Madrid del próximo mes de junio ponga un mayor énfasis en la influencia del Indopacífico sobre la seguridad en Europa. 

El futuro de nuestro continente, y por lo tanto de España, está íntimamente ligado al Indopacífico, dada la interdependencia de nuestras economías y los objetivos comunes que compartimos en áreas como la gobernabilidad (asegurar un orden internacional basado en normas); seguridad y defensa (promover una arquitectura regional de seguridad, incluyendo unas líneas marítimas de comunicación libres y seguras, y el respeto a la Convención de Naciones Unidas de Derecho del Mar); transición verde (lucha contra el cambio climático, la contaminación, la pérdida de biodiversidad y otras formas de degradación medioambiental); una conectividad que sea social, financiera y ecológicamente sostenible; o el comercio (fortalecer un sistema comercial justo, en el que se respete la propiedad intelectual y el terreno de juego sea el mismo para todos). Se trata de una iniciativa abierta a partenariados con países que deseen cooperar con la UE sobre la base de unos principios compartidos, como el Estado de derecho, el respeto de los derechos humanos y los Objetivos de Desarrollo Sostenible.

España ha contribuido a la elaboración de la Estrategia de la Unión Europea, y ahora tendremos que identificar cuál es nuestro valor añadido en cada una de las prioridades, y cómo podemos contribuir a su implementación. Somos conscientes de la necesidad de ser relevantes en el Indopacífico y este es un tren que no vamos a dejar escapar. 

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