Artículo de Gemma Altell

Feijóo, negacionismo e ignorancia

Que los padres que matan a sus hijos/as lo hacen con el fin de dañar, violentar, ejercer el máximo dolor a las madres es un hecho, no una opinión

feijoo zaragoza

feijoo zaragoza / Efe / Javier Cebollada

Gemma Altell

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Lo mínimo que se puede esperar de un futuro candidato a la presidencia del Gobierno es que conozca los problemas que, supuestamente, quiere resolver. Núñez Feijóo, hace un par de días, reforzó la posición de la ultraderecha afirmando que los asesinatos por parte de padres a hijos e hijas que también maltrataban a las madres de estos debían ser definidos como violencia intrafamiliar, no violencia machista ni violencia vicaria. Después rectificó. Entiendo que la rectificación fue una estrategia para ampliar el espectro de su electorado. “Nadar y guardar la ropa” ante un tema que además de no ser 'opinático', es de una gravedad y complejidad extremas como para hablar de él a la ligera.

Digo que no es 'opinático' porque la posición política de quienes desde su ignorancia pretenden marcar un discurso ideológico, además de ser profundamente machista, resulta vergonzante en el año 2022. El conocimiento sobre la naturaleza del machismo, sus raíces y muchas de sus consecuencias es una cuestión analizada, elaborada y desarrollada como área de conocimiento, no solo en España sino en gran parte de los países del mundo. 

La conciencia de que vivimos en una sociedad patriarcal y que la desigualdad estructural de género tiene como su consecuencia más grave y como estrategia 'correctora' para las mujeres las violencias es un hecho. No una opinión. Que los padres que matan a sus hijos/as lo hacen con el fin de dañar, violentar, ejercer el máximo dolor a las madres es un hecho, no una opinión. La voluntad de dañar a la mujer, sobre la cual ya se ha tenido previamente una posición de dominación y en todos los casos violencia, es lo que define esta violencia como vicaria y no podemos negar el componente estructural de la misma. La violencia intrafamiliar habla de aquellos casos donde, habiendo violencia dentro del seno de la familia, no viene derivada de la desigualdad de género. Para decirlo en términos jurídicos no podríamos aplicarle el agravante de género. 

Resulta insultante, además, cuando estas posiciones negacionistas de la violencia machista no tienen en cuenta los datos, que se explican por sí solos. En la inmensa mayoría de los casos que conocemos (desgraciadamente, existen casos de violencia machista que aún no identificamos como tales), tanto de violencia machista en el ámbito de la pareja como por supuesto de violencia vicaria, los perpetradores, los agresores son hombres. Por consiguiente, la violencia vicaria tiene género y no podemos jugar con ello porque cuando instrumentalizamos políticamente este concepto también impactamos en el sistema judicial, en las órdenes de protección, en los regímenes de visitas, etc. en definitiva, en las herramientas de protección a la infancia. Deberíamos haber aprendido a estas alturas que hay ciertos temas con los que debemos hacer política/s pero no partidismo.

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