La nota | Artículo de Joan Tapia

Ucrania y China

Solana, exsecretario general de la OTAN, cree que el triángulo China-Rusia-Estados Unidos puede ser clave en la solución del conflicto

Vladímir Putin y Xi Jinping, durante su reunión en Pekín el pasado 4 de febrero con motivo de la inauguración de los Juegos Olímpicos de invierno.

Vladímir Putin y Xi Jinping, durante su reunión en Pekín el pasado 4 de febrero con motivo de la inauguración de los Juegos Olímpicos de invierno. / ALEXEI DRUZHININ / KREMLIN / SPUTNIK

Joan Tapia

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Javier Solana fue uno de los ministros de peso de Felipe González. Luego, uno de los españoles con más influencia en la política mundial, primero como secretario general de la OTAN (1995-1999) y luego como alto representante de política exterior de la Unión Europea de 1999 a 2009.

Solana estuvo en Barcelona el fin de semana y en su detallada exposición en la Sociedad Barcelonesa de Estudios Económicos subrayó algunos hechos que enmarcan el conflicto de Ucrania. Uno, la invasión ha violado no solo las leyes internacionales sino el tratado de Budapest de 1994 suscrito por Ucrania con la propia Rusia, Estados Unidos y la Gran Bretaña. Cuando la URSS se disolvió en 1991y Ucrania fue un país independiente se originó un asunto espinoso porque, 'de facto', se convirtió en la tercera potencia nuclear, por delante incluso de Gran Bretaña.

La no proliferación de armas nucleares quedaba enterrada y Rusia, Estados Unidos y Gran Bretaña buscaron una solución. Fue el tratado de Budapest, firmado entre otros por Yeltsin y Clinton. Ucrania renunció a su armamento nuclear (unas 5.000 bombas) y lo entregó a Rusia. A cambio los otros firmantes le garantizaron dos cosas: sus fronteras y que nunca sería atacada. Es evidente que Putin ya violó ese tratado en 2014, cuando se anexionó Crimea. Y ahora ha reincidido.

Un segundo asunto es el de la ampliación de la OTAN. Hay analistas que sostienen que ampliar la OTAN al Este fue olvidar lo prometido a Gorbachov y además un error, lo que puede ayudar a entender (no a justificar) la invasión. Pero Solana dejo claro que él negoció y acordó con Primakov la primera ampliación de la OTAN a Chequia, Hungría y Polonia. Luego entraron otros países como los bálticos y estos ingresos fueron pedidos por sus gobiernos legítimos que desconfiaban de Rusia. Es posible que la invitación a Ucrania de 2008, por iniciativa americana, fuera un error. Pero 14 años después y pese a la invasión de Crimea, Ucrania seguía fuera de la OTAN.

Para Solana el origen del problema viene de que en las muy discutidas elecciones de 2004 (que se tuvieron que repetir) Ucrania eligió presidente a Víktor Yúshchenko, contrario al candidato apoyado por Moscú. Que Ucrania eligiera un presidente prooccidental fue una espina que tiene clavada. No es la OTAN, donde Ucrania no está, sino salir del dominio fáctico ruso lo que Putin cree inadmisible. Y lo cierto es que Polonia y los bálticos solo se sienten relativamente seguros precisamente por haber entrado en la OTAN. Visto lo que pasa en Kiev, ¿fue un error admitir a Estonia, Letonia y Lituania?

¿Cómo puede acabar la guerra? Solana cree que China podría influir sobre Rusia, mediar, y reforzar su papel internacional. ¿Qué hará? No ha condenado la invasión, pero tampoco la ha apoyado. Y Solana citó con preocupación el comunicado conjunto de Xi Jinping y Putin, firmado en Pekín durante los recientes JJOO, en el que se proclama una colaboración “sin límites” entre los dos países.

En 1972, cuando Nixon rompió el hielo con China, hubo una cierta triangulación en la que Estados Unidos y China frenaban a la URSS. ¿Puede ahora, 50 años después, cambiar el triángulo tras el comunicado de Xi Jinping y Putin de poco antes de la invasión?

Estados Unidos teme algo así. Ha dicho que Rusia ha pedido ayuda a China -¿militar?, ¿contra las sanciones económicas?- y por eso ha enviado a Jake Sullivan, el Kissinger de Biden, a Roma a hablar durante nada menos que siete horas con Yang Jiechi, hombre clave de Pekín. China cuenta.

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