Sociología

Pink Floyd contra Vox

El aumento dramático de la desigualdad perjudica a los jóvenes, pero crece el apoyo juvenil a Vox que es el partido de la máxima desigualdad

El líder de Vox, Santiago Abascal (i) y el portavoz de Vox en el Congreso, Iván Espinosa de los Monteros.

El líder de Vox, Santiago Abascal (i) y el portavoz de Vox en el Congreso, Iván Espinosa de los Monteros. / EP

Xavier Martínez-Celorrio

Xavier Martínez-Celorrio

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Tras dos exitosos y fascinantes discos, Pink Floyd lanzó en 1977 'Animals', que se hizo famoso por su portada del cerdo volando sobre unas chimeneas. Es el álbum más político de Pink Floyd, ideado por Roger Waters como parábola anticapitalista. Inspirado en George Orwell y su 'Rebelión en la granja', este álbum retrata a la clase dominante y ultraconservadora como cerdos explotadores que engordan; a la clase media ascendente y sin moral como perros guardianes del orden y a la gente corriente como ovejas mansas y explotadas.

Con este esquema tan marxista, Roger Waters daba respuesta artística al ambiente de agitación social y política que vivía Occidente tras la crisis del petróleo y el aumento del paro y del malestar juvenil (surge el punk) que acabaría por desalojar a las izquierdas del poder. La derecha neoliberal llegaría poco después a gobernar con Thatcher y Reagan con una intensa campaña abrasiva y de guerra cultural contra los impuestos, los sindicatos y lo público. Supuso el fin del capitalismo industrial y de pleno empleo que había engrasado un potente ascensor social sobre el pacto 'keynesiano' capital-sindicatos, funcionando a lo largo de 30 años dorados de Estado del Bienestar y reduciendo las desigualdades históricas como nunca antes. 

Desde entonces, la desigualdad social y de rentas se ha disparado, en especial, a partir de la globalización y la eclosión del mundo digital y de grandes tecnológicas. De hecho, el ascensor social empieza a bloquearse entre 2000 y 2014, cayendo 14 puntos entre los jóvenes de 30 años en Estados Unidos según evidencian Chetty y Grusky. Lo dramático es que esa caída del ascensor social fue mayor en el medio oeste industrial en declive (el 'Rust Belt' o cinturón de óxido) que fue determinante para la victoria electoral de Donald Trump en 2016. Es decir, la frustración aspiracional y el cierre de oportunidades es el mejor caldo de cultivo para la extrema derecha con sus promesas de seguridad y autoridad que penetran entre jóvenes y clases trabajadoras.

Hoy los multimillonarios pagan en impuestos una sexta parte respecto a 1953, nos dice el economista Robert Reich. La codicia de los cerdos y los perros del 'Animals' de Pink Floyd ha llegado a límites tan abusivos y polarizadores que, de nuevo, la desigualdad se ha politizado y ha dado lugar a nuevos partidos y gobiernos de izquierda. Pero con un apoyo que puede ser frágil y no acabar de cuajar, y menos bajo la anomia y fatiga que deja una pandemia tan larga. 

Por eso, es clave priorizar las políticas de empleo, vivienda y bienestar entre los jóvenes para revertir su desesperanza y su creciente apoyo a partidos como Vox. En España, Vox tiene tanto apoyo entre los jóvenes como el PSOE a pesar de ser el partido de la máxima desigualdad que defiende la agenda más anti-social del conjunto de extremas derechas europeas. 

Hay que reconocer que los jóvenes en España son una generación única y excepcional que han acumulado cuatro cicatrices de contra-movilidad social muy corrosivas: a) encadenando tres adversidades (Gran Recesión, austeridad y Gran Pandemia); b) con mayor precariedad y peores salarios que la precedente generación X; c) con costes más duros de acceso a la vivienda y al alquiler y d) con menos nichos de clase media a los que llegar dado su declive estructural. 

Ni ellos ni los que les siguen son una generación perdida, sino generaciones en espera de políticas ambiciosas de movilidad social y redistribución de la renta, incluso reclamadas hoy por el Foro de Davos ante los excesos sistémicos cometidos. 

La mejor vacuna contra la extrema derecha es devolver la esperanza a los jóvenes desde una izquierda reformista y eficiente con capacidad de relato creíble (y no solo de gestión). Tras 'Animals', Pink Floyd publicó 'The Wall' donde el bohemio protagonista se sublima en un nazi tras acumular ladrillos de frustración. La política de comunicación de Moncloa y del gobierno debe ser más astuta si no quiere ser otro ladrillo más en el creciente muro de la extrema derecha.

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