Ágora

Hacia un país libre de emisiones en 2050

Cuesta entender que nos encontremos en la cola de la transición hacia las energías renovables, teniendo suficientes recursos para avanzar hacia un modelo de soberanía energética

Paneles fotovoltaicos y turbinas eólicas

Paneles fotovoltaicos y turbinas eólicas / Shutterstock

Mònica Roca

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

En el año 2050 la Unión Europea se ha marcado como objetivo la neutralidad de emisiones contaminantes a la atmósfera, un reto mayúsculo teniendo en cuenta el peso que hoy en día todavía tienen los combustibles fósiles, pero absolutamente necesario si queremos poner freno a la crisis climática. Esto significa que, en un periodo de 30 años, en Catalunya tendremos que reducir nuestras emisiones sucias más de un 90%. ¿Es posible conseguirlo?

Situémonos. En el año 2018 Catalunya produjo 5,8 toneladas de CO₂ per cápita y para cumplir el objetivo de descarbonización en 2050 las emisiones tendrían que situarse en las 0,4 toneladas, lo cual implica una reducción anual del 7,9%. Aquí tenemos el primer reto, puesto que nuestra tendencia histórica de reducción ha sido del 0,4% anual. Por lo tanto, en las próximas 3 décadas tendremos que multiplicar por 20 la intensidad de descarbonización.

La transición energética es clave para lograr el objetivo de las emisiones cero y significa dejar de quemar petróleo, carbón y gas natural para generar electricidad. Actualmente, en Catalunya la producción eléctrica con fuentes contaminantes es inferior a la de las economías avanzadas europeas y también incluso a la del Estado español, debido al peso de la energía nuclear, pero si nos fijamos en la producción eléctrica con renovables, observaremos que en Catalunya en 2020 representó solo el 20%, mientras que en la UE-5 fue el 33% y en el Estado español un 44%.

Cuesta entender que nos encontremos en la cola de la transición hacia las energías renovables, teniendo suficientes recursos (agua, viento y sol) para avanzar hacia un modelo de soberanía energética. La realidad, en cambio, es que desde 2013 no se ha instalado ningún nuevo parque renovable en Catalunya y, por tanto, no se ha generado ni un MW adicional procedente de nueva producción renovable. Y no es precisamente por falta de iniciativas. De hecho, hay proyectos sin resolver que hay que acabar de trabajar, que suman en conjunto una potencia de 13 GW.

Esto se convierte en un problema si queremos garantizar un modelo eléctrico 100% renovable, necesario para cumplir los objetivos de neutralidad de emisiones en 2050. Según hemos calculado desde la Cambra de Barcelona, necesitaríamos pasar de los 4.092 MW actuales de potencia instalada en energías renovables a 67.071 MW, un salto enorme en la capacidad que requeriría una inversión de 59.024 M€ entre 2022 y 2050. Para ilustrar la magnitud de este reto mayúsculo, podemos decir que Catalunya tendría que dedicar cada año, de media, el equivalente al 0,67% de su PIB para hacer posible esta misión.

Para conseguirlo, también hay que incrementar la superficie de parques de renovables y considerar el potencial de la instalación fotovoltaica en tejados y la eólica marina. En otras palabras, hay que desencallar la implantación de nuevos proyectos de parques renovables en nuestro territorio. Solo con los que hay pendiente de resolver se podría producir el 94,5% de la capacidad energética que, según la hoja de ruta que hemos expuesto desde la Cambra, se tendría que instalar de aquí a 2030.

El mundo de la empresa también tiene que ser parte de esta transformación global y una de las herramientas que tenemos a nuestro alcance es el autoconsumo, del cual hemos de fomentar su introducción. De hecho, todo forma parte de un cambio radical de mentalidad, tanto en la producción como en el uso que hacemos de la energía, que no es posible sin un marco legislativo con unas líneas claras y políticas transversales decididas y ambiciosas que interpelen al conjunto de la sociedad.

La crisis climática es un reloj que no se para y que nos recuerda que el tiempo se agota. Con una buena gestión, tenemos la oportunidad no solo de dejar un planeta habitable para las generaciones futuras, sino de construir una nueva economía que vele por el bienestar de la sociedad y se levante sobre los pilares del conocimiento, el progreso y la resiliencia.

Suscríbete para seguir leyendo