La nota

¿Dos farolillos rojos?

Las buenas cifras de 2021 no pueden hacer olvidar que nuestra tasa de paro sigue doblando la media de la zona euro

Barcelona 12 11 2020  Cola delante de la OTG Oficina de Treball de la Generalitat del Carrer Sepulveda para tramitar el paro o sepe  FOTO de FERRAN NADEU

Barcelona 12 11 2020 Cola delante de la OTG Oficina de Treball de la Generalitat del Carrer Sepulveda para tramitar el paro o sepe FOTO de FERRAN NADEU / FERRAN NADEU

Joan Tapia

Joan Tapia

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Hace años, un gobernador del Banco de España me confesó que una de las cosas que más le avergonzaba era repasar el cuadro de indicadores que el semanario ‘The Economist’ publica cada semana en su última página. En el dato de paro, España tenía siempre el farolillo rojo y sentía desasosiego al imaginar lo que los otros gobernadores pensarían al ver nuestras cifras de parados. Éramos lo peor de lo peor.

España tuvo el pasado año una buena evolución del empleo y 782.000 parados menos, el mayor descenso del paro de nuestra historia. Pero si el actual gobernador del Banco de España, Pablo Hernández de Cos, sigue mirando el cuadro de ‘The Economist’ también sentirá vergüenza. Cierto, en 2013 –en lo más hondo de la crisis financiera– llegamos a tener un paro del 27%, y ahora las cifras de noviembre de Eurostat –las últimas europeas disponibles– dicen que el paro en España está en el 14,1%. Es una mejora indiscutible, pero seguimos siendo el farolillo rojo de Europa –lo peor de lo peor– porque tenemos el mayor porcentaje de paro y doblamos el 7,2% de media de la zona euro. Detrás tenemos a Grecia, con un 13,4%, y a Italia, con un 9,2%. Y estamos a años luz del 3,2% de Alemania o el 2,8% de la “austericida” Holanda.

Comparando con otros países europeos la evolución anual tampoco satisface. En España hemos pasado de un paro del 16,2% al 14,1% entre noviembre de 2020 y el mismo mes de 2021, mientras que en la zona euro han bajado del 8,1% al 7,2%.

Y lo mismo cabe decir del paro juvenil (de 18 a 25 años), donde nuestra tasa de paro está en el 29,2% frente a una media de la zona euro del 15,6% (6% en Holanda y Alemania). Pero en paro juvenil ahora nos supera Grecia, con un 39,1%, y hay otro dato que inspira optimismo. En la zona euro el paro juvenil ha caído 2,4 puntos, desde el 18% de hace un año, mientras que en España el descenso ha sido de 11 puntos, desde el 40,3%. Parece que en paro juvenil la evolución es mejor y es la primera vez en muchos años en que el paro de los jóvenes está por debajo del 30%.

Desde la crisis de 2008, con la reforma laboral de 2012 y pese a la pandemia, hemos mejorado, pero no debemos olvidar que seguimos ostentando el farolillo rojo. Ahora, con “la corrección” (como la ha acabado calificando Pedro Sánchez) de la reforma laboral de 2012 queremos combatir la alta precariedad y temporalidad. Y con las subidas del salario mínimo, la excesiva desigualdad. Son objetivos que es difícil no compartir, pero no debemos olvidar la triste realidad de nuestras cifras de paro.

Por eso cuesta entender que cuando el Gobierno, la CEOE y los dos principales sindicatos han logrado un acuerdo sobre la reforma laboral que parecía imposible –y que seguro que implica muchas renuncias y errores–, la convalidación del decreto-ley esté generando tanto ruido. Ahora resulta que algunos aliados de izquierdas del Gobierno no renuncian a dar lecciones de obrerismo a UGT y CCOO. Y el PP reniega incluso de la abstención pese a la firma de la CEOE y a que los que hicieron la reforma de 2012 (la ministra Fátima Báñez y Rajoy) creen que el acuerdo es aceptable.

Los sindicatos deben desconocer lo que conviene a los trabajadores. Los empresarios se deben haber dejado sorber el seso por el Gobierno Frankenstein. Y Sánchez no quiere telefonear a Casado, prefiere comunicarse con él por los micrófonos de la SER o que Félix Bolaños, el ministro bombero, hable con García Egea.

¿Ahora ostentaremos dos farolillos rojos, el del paro y el de la falta de sentido común?

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