Gobernar con respeto parlamentario y social

La última semana de diciembre se aprobaron definitivamente los Presupuestos Generales del Estado para 2022.

Unos presupuestos necesarios y justos para dar respuesta a los grandes retos a los que se enfrenta nuestro país. Los presupuestos nacieron de un Gobierno de coalición en minoría, consiguieron salir del Congreso con el apoyo de 11 partidos políticos. En su tramitación en el Senado, se sumaron a este acuerdo cuatro formaciones políticas más, llegando así a 15 los partidos políticos que se sumaron al acuerdo. 

Son por tanto los presupuestos del diálogo y del consenso con aquellos que, vista la situación excepcional que atraviesa nuestro país, no echan balones fuera y ejercen su responsabilidades territoriales y nacionales, como diputadas y diputados, como senadores y senadoras, aportando lo mejor de cada uno de nosotros y nosotras.

Por parte de la derecha, se les ha llamado los presupuestos del ‘veto’. Queda claro que lejos del veto, son los presupuestos del respeto. La aprobación de estos presupuestos es el resultado del respeto a la mayoría parlamentaria, que representa la mayoría de ciudadanos y ciudadanas de nuestro país.

Cuando uno gobierna debe predominar la racionalidad y la política de la mano tendida, y no hay duda que este es el espíritu de gobernanza del presidente Pedro Sánchez.

Con ese espíritu, no solo ha sido capaz de sacar adelante la ley más importante de todo Gobierno, los presupuestos, sino que, además, ha sido capaz de cerrar el año con avances importantes, entre los que destaco los dos últimos: la reforma de las pensiones y la reforma del mercado laboral. Grandes acuerdos alcanzados entre la patronal y los sindicatos. Acuerdos históricos. Un éxito del conjunto del Gobierno y de los agentes sociales que van a permitir lo que nunca debió perderse en 2012.

Así que sí, podemos decir que cerramos el año demostrando que tenemos el Gobierno del diálogo y el consenso, y esto que para algunos es una mala noticia, como todo lo bueno que nos ocurre como país, es una buena noticia para el conjunto de la ciudadanía. Lo contrario de dialogar es callar o enmudecer. Pero por mucho que a los de la derecha y ultraderecha les gustaría vernos callados o enmudecidos, cerramos el año alzando la voz, porque somos más, aunque chillemos menos, los que defendemos un país de convivencia, de respeto y diálogo con el que piensa diferente. Y es que, desde mi humilde opinión, solo trabajando así lograremos avanzar como país.